lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo Cinco.



Estar con Harry y poder haberle contado a alguien lo que te pasaba había sido realmente liberador. Sobre todo porque él parecía interesado en lo que decías, no había sido como con cualquier otra persona que hubiera escuchado tus penas mientras repasaba los deberes que le quedaban aún por hacer y la pereza que le daba tener que hacerlos. No, con Harry ella se había sentido escuchada, al igual que él se había sentido cuando Aeryn escuchaba su desastroso relato infantil.

Sonrió al recordarlo. Después de estar un rato más ahí, en lo que ninguno de los dos se movió, Harry había acompañado a casa a Aeryn, a la cual le costaba más de lo que a nadie le debería de costar entrar en casa, aunque ahora él sabía por qué y se sentía bien por ello.

Cuando se despidieron y ambos siguieron su camino individual, el recuerdo de aquella noche seguía vivo en sus mentes. Aeryn pensó, aparte de lo agradecida que estaba de que Harry la hubiera ayudado, en lo que significaba, en lo que significaría. Él ahora tenía una parte de ella, secreta, algo que nadie más sabía y ella, si bien lo pensaba, tenía lo mismo.

~.~

Había recibido millones de llamadas y mensajes a lo largo del fin de semana y no había contestado a ninguno, sabiendo perfectamente que eran todas de Thomas. Aún no sabía qué significaba todo lo que le estaba pasando, las palabras de su amigo; así que simplemente dejó que el móvil sonara y sonara pero aunque intentara evitarlo, congelar el tiempo mientras pensaba qué hacer llegó el lunes y con él, el momento de tener que enfrentarse a la cruda realidad cara a cara.

Caminaba despacio, analizando todo lo que podría hacer para no tener que encontrarse con Thomas, pero por desgracia, eso ya lo había pensado él y por primera vez en la historia, llegó pronto y la esperó en la entrada con los brazos cruzados en su pecho, haciéndolo parecer más corpulento de lo que era con los brazos marcados y el semblante frío.

-Ni se te ocurra decirme que se te ha roto el móvil.
-¿Qué pasa si se me ha roto?

Thomas sacó su móvil del bolsillo, pulso el número uno de la marcación rápida y llamó. El teléfono de Aeryn empezó a sonar en su mochila y maldijo por lo bajo por no haberlo silenciado antes de venir. Thomas seguía mirándola esperando una respuesta, una que parecía no llegar jamás.

-Mira no sé qué te pasa, ni sé por qué no me lo quieres decir pero me gustaría que recordarás que soy Thomas, tu amigo.
-¿Eres realmente Thomas? ¿Mi amigo? – se atrevió a preguntar, mirándolo fijamente. Los ojos de él se abrieron al completo y su mandíbula descendió, no se lo podía creer. ¿A qué venía eso?
-¿A qué viene esa pregunta?
-No lo sé. ¿Lo sabes tú acaso? – Era una batalla de preguntas indirectas ocultas tras preguntas normales. Thomas suspiró cansado.
-Mira, cuando quieras explicarme qué cojones te pasa – enfatizó la palabra “cojones” – me buscas. Que aparte de ser tu amigo Thomas, también soy retrasado.
-¿Retrasado por qué?
-Porque soy la única persona que seguiría hablando contigo cuando quieras venir a hablar.
-Eso es lo que me preocupa. Que eres la única persona que lo haría, ¿verdad? – En su interior pensaba: ¿por qué? Y dicho eso, se marchó hacia su clase de biología, cada vez más segura de que pasaba algo.

La clase de biología transcurrió despacio y ella seguía a la deriva de su mente perdida en el mar de sus pensamientos. Tocó el timbre que anunciaba el cambio de clases y apenas se dio cuenta. La gente salió disparada a su alrededor mientras ella cogía su cuaderno y veía cómo Harry entraba a la clase. Él le sonrió y cuando ella iba a contestar vio que entraba Thomas y su sonrisa desapareció. Recogió todo con más apremio y salió disparada de la clase ante la mirada confusa de varios alumnos. Pasó junto Thomas y se lanzaron ambos una mirada que cualquiera calificaría como odio pero Harry vio más allá y encontró miedo por parte de ella. Lo sabía, no sabía por qué, qué le hacía ver lo que los demás no podían pero podía distinguirlo, sabía que había algo detrás de todo.

Se levantó de su asiento, cogió un cuaderno que solía llevar de más para hacer dibujos o lo que se le ocurriera y salió de la sala diciendo que la chica que acababa de marchar se lo había dejado, a ver si podía llevárselo. El profesor asintió sin mucho interés y sin darse cuenta que llevaba ese cuaderno, más el suyo y el estuche y se marchó con la mirada de Thomas acuchillándole por detrás como si realmente pudiera descubrir qué pasaba entre ellos con aquella mirada. Aunque algo podía saber y era que aquel chico de pelo alborotado se estaba metiendo donde, según él, no le llamaban.

Harry salió de clase sin saber realmente qué hacer, ni siquiera sabía en qué dirección había ido, ni que clase tenía ahora. Suspiró ante su estupidez y se alborotó un poco más el pelo al pasarse la mano por su cabello. Fue entonces que escuchó unos pasos a su izquierda y de pronto no escuchó nada más. Levantó con lentitud la mirada del suelo y la posó a su izquierda donde una chica de pelo marrón oscuro liso lo miraba confundida de pie bajo la luz de uno de los focos que colgaban del techo. Su mirada era triste y cansada. Sin pensárselo dos veces, su cuerpo no le dio tiempo a pensarlo, se acercó y la abrazó. Al principio Aeryn se quedó estática donde estaba pero acabó por fundirse con él en un abrazo. Se quedaron ahí un rato hasta que Aeryn notó un par de ojos mirándolos desde la puerta de los baños. Thomas. Cuando vio que ella notaba su presencia bufó y volvió a meterse en clase. Ella se estremeció y Harry se dio la vuelta a tiempo de ver el pelo liso avellanado del chico entrar por la puerta por la que antes había salido.

-Vámonos por favor.

Harry se sorprendió con la propuesta de Aeyn pero igualmente volvió a posar su mirada en ella y la cogió de la mano para desaparecer así juntos por la puerta de salida del viejo edificio donde ambos estudiaban.

~.~

Se encontraban de nuevo bajo la sombra y el susurro de uno de los árboles del Boston Common, mientras miraban perdidos las hojas caer y el agua del río moverse con tranquilidad. Se habían sentado ahí sin decir palabra alguna, simplemente en silencio. Harry jugaba con la mano de Aeryn, acariciándola con sus gruesos dedos y haciendo que ella se relajara bajo su tacto. Apoyó su cabeza en el hombro de él y simplemente dejó que siguiera haciendo lo que estaba haciendo, dejó que la tranquilizara. Dejó que hiciera algo que no muchas personas conseguían, dejó que sus defensas bajaran y se amueblaran a las de él.

-¿Puedo preguntar qué ha pasado con Thomas?
-Lo mismo que ha pasado con mis padres.
-¿Y eso es…?
-¿Por qué has salido de clase Harry? – preguntó curiosa. La verdad es que no entendía por qué había salido, aunque tampoco entendía por qué ella sabía que saldría.
-Te… te he visto salir y he visto el miedo reflejado en el brillo de tus ojos al mirar a Thomas. Veía tu rostro torcido para abajo y la fuerza con la que agarrabas el cuaderno contra tu pecho. La gente normal no se da cuenta pero yo me he fijado y sabía que había pasado algo.
-¿Tan fácil ha sido saber que me pasaba algo? Ni siquiera mis amigos se dan cuenta jamás.
-No, ya te he dicho que no sé por qué, yo he conseguido verlo – “Hay algo dentro de mí que consigue saber si te pasa algo o no, como si fuera una alarma que me hace ir donde ti y simplemente cogerte de la mano” pensó, pero no llegó a decirlo -. Soy muy observador.
-Pues entonces te has respondido a ti mismo.
-¿Perdona?
-Tengo miedo. Le tengo miedo a mi mejor amigo. ¿Es tan estúpido como suena?
-Depende.
-¿Depende de qué?
-De lo que no me hayas contado.

Aeryn suspiró. La verdad es que el otro día no le había dicho todo, tampoco se sentía capaz de decirle todo. No le había dicho que el comportamiento de todo el mundo a su alrededor ahbía cambiado de pronto, hasta sus amigos la miraban con recelo. Pensándolo bien, hasta el propio Harry había cambiado. ¿Desde cuándo eran amigos? ¿Desde cuándo se llevaban bien? Apartó su mano bruscamente al darse cuenta, como si fuera un acto reflejo. Harry la miró con tristeza.

-A mí no me tienes que tener miedo Aeryn.
-Ya no sé a quién tengo que tenerle miedo o no – agachó su cabeza y la ocultó entre sus rodillas alzadas mientras una lágrima salía de sus ojos. Notó cómo Harry posaba una de sus manos en su espalda y empezaba a reconfortarla -. Yo solo quiero saber qué está pasando.
-Entonces, ¿por qué no haces algo para descubrirlo?
-¿Perdona? – Alzó la mirada interesada e impresionada ante sus palabras.
-Usa el trabajo de anatomía como escusa. Tienes derecho a hacer todas las preguntas que quieras sin que sea sospechoso, a husmear por tu casa y con suerte, descubrir lo que jamás pensaste que podrías descubrir.
-Sería incapaz de hacer algo así por mí misma. No sabría que preguntas hacer, dónde buscar. Yo… necesitaría a alguien conmigo.
 -Si quieres, yo podría estar contigo.

Aeryn achinó sus ojos y miró directamente a los ojos de Harry intentando leer en su mirada si podía confiar en él o no, si era el adecuado aunque en realidad, había sido su idea esta, así que el querría hacerlo, ¿no?

Se acercó a él lo suficiente como para poder hablar con suaves susurros y aún así ser escuchados.

-¿Por qué haces esto? – La mirada de Harry parecía pesarle el alma y vio que él estaba tan confuso como ella lo estaba y vio que estaban más cerca de lo que creía haberse acercado.
-No lo sé – cogió aire -. Simplemente lo hago.
-Eso es lo que me da miedo de ti.
-Y si te soy sincero, también me lo da a mí.

Y se quedaron así sin más, a milímetros de distancia, mirándose a los ojos como si eso fuera la única cosa que los salvara a los dos de su propia locura sin saber que, la verdadera locura, estaba aún por llegar.


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Siento haber tardado tanto pero si os soy sincera me he pasado una semana enferma, sí, desde mi cumple y ahora estoy de fiestas! jajajajaja así que como no sé cuando podré subir el siguiente cap (espero que sea pronto) he decidido dejaros este, que en mi opinión, tampoco está nada mal. ¿Empieza ahora lo bueno?

Vuestros comentarios, largos, casi me dan un ataque al corazón, de los buenos. Así que si alguien se siente inspirada, por favor que siga comentando a lo grande ajajajaja

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MUCHAS GRACIAS POR TODO LO QUE HACÉIS, DE VERDAD.