martes, 31 de diciembre de 2013

Capítulo diez



Harry se puso rojo de furia al descubrir de dónde provenía el tono violáceo de la mejilla de Aeryn. Ella intentó explicarle el pequeño problema que tenía su madre con el control de su fuerza pero eso solo sirvió para enfadar aún más a Harry, el cual alegó que sabiendo de su enfermedad con más cuidado debería hacer lo que hace. Sus palabras exactas fueron “¡Si tiene un puto problema del control de la fuerza, que no la utilice! ¿¡Acaso es gilipollas!? ¡Yo puedo tener un problema o una adicción con… yo que sé, las armas pero justo por ese motivo tengo más cuidado en el momento de usarlas, no voy por ahí pegando tiros!“ Aún así, Aeryn consiguió que se relajara y aún más importante, que se fuera antes de que volvieran sus padres. El chico se negaba rotundamente a dejarla ahí sola pero acabó cediendo al escucharla decir que prefería no tener la otra mejilla a juego. Se preocupó, eso sí, pero se marchó, que era lo importante.

Antes de que sus padres volvieran, Aeryn cogió de la despensa algunos cereales, chocolates, galletas y demás para poder evitar lo máximo posible tener que bajar a ver a sus padres. Estuvo un rato metida en twitter divagando por la página, leyendo tweets de completos desconocidos sobre su vida normal, rutinaria; leyendo cómo la gente se quejaba de su monótona vida y de sus padres, los cuales no les comprendían. Antes de irse a dormir escribió ella misma un par de tweets:

Mientras que alguna gente se queja de su monótona vida "sin sentido alguno" porque son adolescentes y tienen que ir al instituto *que rollazo* yo ruego por favor, a quién haya destrozado mi vida dándole un giro de 180º, que me devuelva la vida que me había sido otorgada.
Ahora pienso las veces que soñé con que todo fuera diferente, con que mi vida fuera algo más marchosa, por así decirlo. Creerme cuando os digo que ojalá no hubiera cambiado. Me gustaría seguir siendo la misma que antes, despertarme todos los días con un horario estricto impuesto por esta sociedad opresora.
No sabéis la suerte que tenéis, ni sabéis lo que vuestros tan ansiados deseos pueden llegar a traeros, por eso, por favor, pensar mejor las cosas antes de decirlas.”

Lo escribió rápido, sin pensar realmente lo que escribía. Obviando todas las tediosas horas en las que su profesor de lengua insistía en organizar lo escrito. Se sorprendió al ver que le habían contestado.

Harry:

“Maldecirás el día en que tu vida dio un giro de 180º. Llámame egoísta si así lo sientes, pero no hay cosa de la que más me alegre ahora que puedo estar contigo.”

Sonrió a la pantalla sin ni siquiera darse cuenta, sonrisa que le duró bien poco al  ver que no solo le había llegado la respuesta de Harry, sino un mensaje directo de Thomas.

“Harry no es quién tú crees. Pregúntale de verdad por qué se interesó en ti el día de la fiesta.”

Se enfadó. Algo en su interior despertó con ganas de pegar a Thomas, ¿cómo se atrevía a decir eso ahora? ¿Él? Dejó de seguirle en twitter, hasta lo bloqueó pensando que igual así la dejaría en paz.

Llegaron sus padres y todo seguía igual. No había bajado ni pensaba bajar a verles, simplemente se quedaba en su cuarto escuchando el susurro de sus voces. Sabía que estarían hablando de ella, no había que ser un genio para saber eso, pero sí que había que serlo para saber qué decían, o mejor dicho, lo que querían decir.

Se tumbó en su cama con un libro en su regazo, cerrado. Miraba al techo de su habitación sintiéndose extremadamente vacía. Arriba, decorando el blanco y frío techo se encontraban las fotos que más le gustaban a Aeryn, las fotos que mostraban la felicidad de una niña que ahora se encontraba rumbo a la locura. Había de todo, fotos de cuando era una niña, jugando en el parque, cuando creció un poco y conoció a Thomas, fotos de su primer día de instituto… fotos que mostraban una sonrisa perdida en los recuerdos.

Se levantó. No podía soportar la mirada de aquella chica que parecía burlarse de ella, aquella chica de pelo oscuro y tez blanca, aquella chica de sonrisa blanca que parecía gritarle “Fracasada” cada vez que la miraba. Con los pies hundidos en el colchón de su cama intentó despegar todas aquellas fotos que se pasó días intentando colocar en su sitio. Las cogía y las tiraba al suelo sintiendo, cada vez que una de ellas tocaba el suelo, que su corazón se liberaba de una pesada carga. Notaba las lágrimas bajar por su cara, dificultándole la visión. Solo le quedaban un par de fotos y todo habría acabado. Saltó a por las últimas y al coger la última notó que su pie se colocaba en el borde de la cama y sin poder evitarlo cayó al suelo, aún sujetando la última foto, creando un fuerte sonido al chocar contra el suelo. Notaba el dolor y el frío que el suelo le proporcionaba. Las lágrimas se convirtieron en llantos y pensó que era verdad lo que antes había mencionado: las fotos que mostraban la felicidad de una niña que ahora se encontraba rumbo a la locura. ¿Se estaba volviendo loca?

Sus padres escucharon el golpe y los llantos, incluso hicieron un ademán de subir y saber de ella, saber qué le pasaba como siempre habían hecho pero sabían desde hacía unos días que ya no podrían volver a hacer lo que habían estado haciendo desde siempre, sabían que pasaba algo y lo peor de todo era que aunque no lo quisieran admitir, sabían perfectamente qué era lo que pasaba.

Se quedó en el suelo, sintiéndose impotente hasta que sus llantos se convirtieron en pequeños sollozos y su respiración entrecortada volvía, con dificultad, a la normalidad. Aún así se quedó tumbada dónde se había caído sintiendo aquel frío que emana el suelo negro de su habitación, la única sensación que se le hacía familiar en aquellos momentos.

Perdida de nuevo en sus pequeños sollozos y pensamientos, volvió la frase de Thomas a su cabeza “Harry no es quién tú crees. Pregúntale de verdad por qué se interesó en ti el día de la fiesta.”

Se levantó, sintiendo cómo al estirarse su costado derecho intentaba romperse creando un dolor excesivo pero aguantó y volvió dónde el ordenador. Se sentó y desbloqueó a Thomas, y lo volvió a seguir para así poder contestar su mensaje directo, odio resaltado en cada una de sus palabras.

“Tú qué cojones sabrás quién es Harry.”

Para su sorpresa, la respuesta no tardó más de dos minutos.

“Estoy seguro que lo sé mejor que tú.”

“Me da la sensación de que todo el mundo sabe más que yo.”

“¿También él?”

No. Harry solo sabía lo que ella le decía, ¿verdad? Aunque pensándolo mejor… él sabía algo de la foto que ella había encontrado, algo que aún no le había dicho, algo que quizás ni siquiera lograba recordar.

“¿Qué sabes tú?

“Más de lo que podrías llegar a imaginar.”

“Soy muy creativa, ponme a prueba.”

“Ya te están poniendo a prueba Aeryn, estás dentro.”

“¿Dentro de qué?”

“ Suerte, la necesitarás.”

Esperaba una respuesta que le brindara más información, alguna pista, algo, pero no, en vez de eso solo consiguió enfadarse más con Thomas el cual estaba claro que sabía más de lo que decía. Aquella noche en el club, tenía que descubrir con quién hablaba y aunque intentó no pensar en ello, también tendría que descubrir por qué Harry se interesó justo ese día, el día que empezó su malestar.

¿Acaso Harry era como un ángel que llegaba justo en el momento necesario? No, eso era imposible. ¿Y si fuera el causante de todo aquello?

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Bueno chicas, voy a subir, aunque no haya habiado apenas 5 comentarios... TT 
¿Qué os ha parecido?
Contestar:

-¿Qué sabe Thomas?
-¿Qué saben los padres de Aeyn?
-¿Qué hará Aeryn?
-¿Quién es Harry en realidad? ¿Por qué él? ¿Por qué ahora? ¿Cuánto sabe él de todo esto?
-¿Qué pasará?
-Respuesta sorpresa que no tenga que ver con mis preguntas para hacerme happy?

Bueno, quería daros las gracias a las que seguís leyendo, las que me apoyáis por este camino y por todo lo que hacéis por mí, de verdad, GRACIAS.

Y como no... ¡FELIZ AÑO NUEVO!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo nueve



El despertador volvió a sonar como de costumbre a las seis de la mañana. Era lunes. Se había pasado el fin de semana escondida bajo la sábana, su nueva fiel aliada. Sus padres habían hecho algún intento de hablar con ella pero todos fueron nulos. Aeryn llegó a creer que había escuchado a su madre llorar.

En cuanto a Harry… estaba segura que habría contestado al mensaje que le envió, pero no había encontrado las fuerzas para asegurarse y leerlo. Era una cobarde, a quién pretendía engañar, y lo peor era que hoy tendría que enfrentarse no solo a Harry, sino también a una madre llorica y un padre falto de tacto.

Se levantó de la cama y se vistió con su ropa de deporte. Salió de casa y empezó a correr pero en vez de seguir la ruta que solía hacer cada mañana, decidió ir por otro lado, en un intento de romper la monotonía algo más de lo que se había roto estos últimos días. Mientras iba corriendo no pudo evitar pensar qué pasaría si seguía corriendo y no parara jamás, si no volvía atrás. Igualmente ya no importaba, no había nada por lo que luchar realmente. Sus padres no eran sus padres y llevaban ocultándolo toda la vida; Thomas no era el gran amigo que decía ser y Harry… Harry. Él era la única persona por la que Aeryn se quedaría pero estaba segura que tampoco significaría tanto. Él recordaría las aventuras, el pequeño subidón de adrenalina que le daba al pensar en él como uno de los hombres de negro, o como Sherlock Holmes, pero se le pasaría y volvería a su vida normal, con sus grandes amigos y su maldita Natalie Portman, lista para atacar con sus rosados y preciosos asquerosos labios.

Miró el reloj, llevaba demasiado tiempo corriendo, no volvería a casa a tiempo para ducharse, desayunar, prepararse y salir de ahí para enfrentarse una vez más al mundo real. Genial.

Aminoró el paso, igualmente ya iba a llegar tarde. Por una vez en todo el tiempo que llevaba corriendo se dejó asombrar por lo que la rodeaba. Cafeterías, tiendas, pastelerías, parques… era impresionante lo mucho que había corrido en tan poco tiempo.

-¿Hasta dónde has llegado hoy? – preguntó como siempre hacía Margaret.
-¡He pasado el parque de los columpios grandes mami! – ilusionada, Aeryn saltó a los brazos de su madre.
-¿Tanto has hecho?
-¡Sí!
-Mi pequeña atleta, un día serás más rápida que un guepardo.
-¿Los guepardos son muy rápidos?
-Los guepardos son uno de los animales más rápidos del planeta.
-Pues les ganaré, nadie podrá cogerme.
-Eso espero vida mía –sonrió -.  Ahora a la ducha que tenemos que llegar al cole.

El recuerdo de una de las épocas más felices de su infancia se le coló a Aeryn en la mente, haciendo que derramara un par de lágrimas. <<Lo conseguiste mamá, nadie jamás podrá atraparme, ni siquiera tú. >>  A paso firme, llegó hasta su casa, dónde unos alborotados padres la esperaban.

-¿Dónde estabas? – Aeryn no contestó, no quería dirigirles la palabra
-¿Dónde estabas Aeryn? – preguntó esta vez su madre, enfadada.
-¿No es obvio? Fuera, estaba fuera.
-Hoy es lunes Aeryn, por si no lo sabías.
-¡No puede ser! – empezó Aeryn, con un notorio tono burlesco a la vez que molesto y enfadado -. ¿Eso es lo que viene después del domingo? ¿Lunes?

De pronto sintió un guantazo en la mejilla derecha, fuerte, extremadamente fuerte. Rápidamente se llevó la mano a la zona dolorosa incapaz de evitar pensar en el hematoma que le aparecería después.

-No te pases de lista Aeryn – la voz de Margaret sonaba amenazadora y cortante.

Pasado aquello, Aeryn miró el rostro decepcionado de su padre, o la persona que se hacía pasar por él, y no pudo evitar sentirse traicionada y dolorida. Las lágrimas luchaban por salir y mojarle la cara, pero no les permitiría salir y se prometió a sí misma que no dejaría que ninguna otra lágrima causada por aquellas dos personas que la habían criado volviera a surgir de sus ojos.

Se encerró en su cuarto, como tantas otras veces había hecho y se refugió bajo su sábana. Podía escuchar la discusión entre sus padres, aunque fuera incapaz de descifrar qué decían. Al cabo de un tiempo, escuchó cómo la puerta principal de casa se abría y se cerraba, dejándola así sola en esa inmensa casa de vacío sentimiento.

Una vez hubiera estado sola, se levantó de la cama y se dirigió al baño, mirando en el espejo cómo el guantazo propinado por su querida madre tomaba un color violáceo. Se tocó la zona y al segundo se arrepintió de haberlo hecho. Maldijo la enfermedad de su madre (por si no os acordabais, su madre es incapaz de controlar la fuerza con la que hace las cosas) al notar el dolor que solo rasparlo le causaba, aunque tampoco podía decir nada, porque aunque no esté bien pegar a una hija con tal fuerza, su madre no lo había hecho queriendo. Nuevamente luchó contra sus propias lágrimas y cansada de todo lo que le estaba pasando, se volvió a dormir.

~.~

La despertó el sonido del timbre. Totalmente desorientada y somnolienta, se levantó de la cama al ver que no paraba de sonar. Le dolía la cabeza y el timbre no le estaba ayudando.

-¡Ya va, ya va! – gritó.

Bajó las escaleras hasta la planta principal aún sin ser capaz de situarse ella misma. Ahora mismo podría ser lunes, como podría ser jueves del año 1786 para Aeryn, pero todo le estalló de golpe cuando al abrir la puerta se encontró a un muy malhumorado Harry Styles.

-Eres… eres… - empezó Harry, y al ver que estando en el umbral tenía la posibilidad de que le cerraran la puerta en las narices, se apresuró y entró dentro, aún sin tener permiso -. Me he pasado el fin de semana entero llamándote, enviándote mensajes. ¡Hasta he venido aquí unas cincuenta veces! ¿Sabes lo mierda que me has hecho sentir? ¿Te gustaría que no te hicieran ni puto caso cuando lo único que intentas hacer es ayudar? Ayuda que de hecho, tú me pediste – resaltó el “tú” -. Eres una egoísta Aeryn.

Aeryn se quedó de piedra.  Tenía razón, era una egoísta, aunque tampoco entendía el excesivo enfado que traía consigo Harry.

-Te pedí ayuda, jamás te pedí que te preocuparas por mí. De hecho, no sé por qué te preocupas tanto.

Ambos hablaban con increíble enfado, Harry por el hecho de haber sido ignorado y Aeryn por todo lo que se le venía encima y es que ella cada vez que se agobiaba o se sentía débil o sola hacía lo mismo, se defendía, se defendía a toda costa.

-¿De qué cojones vas? – preguntó Harry dolorido aun sin dejar el matiz de enfado en su voz. Aeryn se quedó sin saber qué decir porque en realidad ya no sabía ni de qué iba ella, ni de qué iba el resto del mundo, todo estaba en su contra, o así lo creía ella. Giró su cabeza gacha hacia la izquierda en un intento de esquivar su mirada y ocultar su mirada avergonzada, sin acordarse de que la mejilla derecha, totalmente violácea, quedaba al descubierto. Por un momento, Harry olvidó todo enfado que traía consigo hacia Aeryn y se acercó a ella con premura -. ¿Qué te ha pasado? – acarició con las yemas de sus dedos el moratón que cubría toda su mejilla y Aeryn se alejó de él tan rápido como pudo, una espresión de dolor cubriéndole el rostro -. ¿Qué te ha pasado Aeryn?
-No me ha pasado nada.
-No me mientas.

Aeryn se quedó callada, aun con la cabeza gacha, cuando Harry volvió a acercarse a ella y la obligó a mirarlo.

-Dime que te ha pasado Aeryn, por favor – el tono de Harry se había vuelto suave y suplicante.
-No es nada –susurró ella.
-Lo es para mí.

Aeryn no lo pudo aguantar más, toda esta situación podía con ella. Dejó que sus lágrimas salieran a la luz, humedeciendo su rostro. Harry se acercó a ella y la abrazó. Ella se dejo abrazar y por primera vez en su vida no se sintió indefensa al mostrarse débil ante una persona, sino que se sintió aliviada.

-¿Por qué haces esto Harry? – preguntó como pudo, ya que su voz se veía entrecortada por sus lágrimas.
-¿Hacer el que?
-Preocuparte por mí.
-Porque me importas Aeryn, me importas más de lo que tú crees, más de lo que yo creía que lo harías.
-Soy una estúpida.
-Mi estúpida favorita.


Y se quedaron así, abrazados y en silencio durante un tiempo sin saber lo que realmente las palabras de Harry escondían.

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Ya sabéis cómo me gustan los comentarios así que...

-¿Qué os ha parecido?
-¿Qué creéis o queréis que pase?
-¿La torta de Margaret?
-¿Cómo se siente Aeryn?
-¿Qué esconden las palabras de Harry?

Gracias por hacerme sonreír con vuestros comentarios.

PD: si comentáis por aquí (lo cual prefiero) poner vuestro twitter al final del comentario. Si no, enviar uno o dos o tres o quinientos tweets a: @DreamCatcherL.