-¿El qué? ¿Eso? – se señaló la parte del
cuello que tenía un color rojizo -. No es nada, solo un sarpullido.
-Eso no es un sarpullido Harry – sin
haberlo querido, hasta ella misma notó tristeza en su voz. Miró a Harry que la
miraba desconcertado, no podía dejarle pensar que le había molestado, hasta
afectado -. ¿Con quién has quedado esta tarde que no me has querido decir
Hazza? – preguntó en tono divertido.
-Con nadie, es una tontería.
-Y esa tontería… ¿tiene nombre?
-Aeryn, ya, ha sido solo un accidente.
-No creo que eso se pueda hacer sin
querer o me dirás: Estaba caminando por la calle cuando una rubia buenísima se
me ha caído encima y sin querer ha presionado
sus labios en mi cuello con tal fuerza que se ha visto obligada a
succionar y me ha dejado una marca en la piel.
-Aeryn no ha sido así…
-Tranquilo, no me tienes que explicar
nada. Volviendo al tema que nos ocupa… ¿Qué has descubierto?
-Aeryn, yo…
-Harry – cortó Aeryn, cansada de aquella
conversación que sabía que acabaría desvelando que Harry ha encontrado a una
flamante chica, seguramente digna de su belleza, con la que pasárselo bien –
céntrate por favor.
Harry suspiró. Sabía que era inútil
intentar hacer o explicar algo que ella no quería saber. En poco tiempo le
había dado tiempo de sobra de averiguar cómo era en realidad su nueva amiga y
aparte de ser tímida e inteligente, era una terca.
-Bien, la ventana – se rascó el chupetón
-. ¿Sabes cómo en la parte de atrás
pone “Aeryn y su madre. Lynn.”? - Aeryn asintió -. Sabemos que Lynn es un
nombre de mujer y sé que al leerlo habrías pensado que es el nombre de tu
madre, ¿no es así?
-Harry, ¿a dónde quieres llegar a parar?
-¿Y si no fuera el nombre de tu madre? –
continuó sin hacerla caso -. Si te fijas bien, puedes ver una estación de tren
al fondo.
-Qué más dará eso, hay millones de
estaciones de tren Harry. Solo nos dice que estuve cerca de una de ellas.
-No, ahí te equivocas. Nos dice que tu
madre o una amiga o familiar tenía una casa cerca de una estación de tren, una
que yo visitaba frecuentemente cuando era pequeño Aeryn.
-¿Perdona?
-Es la estación de tren de Lynn Aeryn –
sacó de su bolsillo una foto -. Por eso me sonaba de algo, yo ya había estado
ahí.
Le tendió la foto a Aeryn, la cual lo
cogió con ganas y la miró. Era un niño, de pequeño con una bufanda y un gorro
de colores oscuros sonriendo a la cámara junto con una niña algo mayor que él,
en una estación de trenes.
Se fijó ahora más en Harry, sus ojos
verdes destacaban aún más cuando era pequeño, y sus mejillas sonrojadas
gorditas y divertidas.
Le empezó a doler la cabeza.
-Harry, yo a ti… yo a ti te conozco.
-Sí, obviamente.
-No, no quiero decir eso – Se levantó de
la cama y sintió como toda la sangre desaparecía de su rostro. Se apoyó en la
pared más cercana, justo cuando Harry se levantaba para ayudarla a sostenerse.
La agarró de la cintura y la apoyó con más fuerza contra la pared, haciendo que
sus cuerpos estuvieran más cerca aún que cuando bailaron. Sin quererlo, los
ojos de Aeryn bajaron a sus labios y cuando recordó lo que otros le habían
marcado desvió la mirada a sus ojos -. Lo que quiero decir es que tú, tú me
conoces a mí Harry.
-Aeryn creo que estás desvariando.
-Oh cállate – lo empujó lejos, y al
segundo se arrepintió de haberlo hecho porque volvió a sentirse débil y
marearse, aunque Harry no tardó mucho en volver a su puesto.
-Aeryn… - la voz de Harry sonó suave,
tanto que aquella simple palabra parecía acariciar todo su cuerpo con extrema
delicadeza. La miraba con esos ojos grandes verdes, esos a los que tantas
mujeres les gustaría observar.
-El señor Styles, supongo.
Una voz grave y seria, masculina sin
lugar a dudas, les sorprendió a ambos. Harry se separó un poco aún sujetando a
Aeryn de un lado y ambos giraron sus cabezas hacia la puerta, por donde
asomaban sus cuerpos los padres de Aeryn.
-¿No estabais en una cena?
-¿No estabas sola en casa?
La tensión en el ambiente era palpable.
Su madre miraba a Harry con un odio y un miedo infinito, como si él fuera a
hacer algo que les causara daño. Aunque, si te pones en el lugar de la madre,
viendo a tu hija de dieciocho años con un chico básicamente pegados el uno al
otro contra la pared una noche en la que ellos faltaban… era normal que pensara
que iba a pasar algo, un “mal” hipotético en la mente de una madre.
-Soy Harry, Harry Styles señora Labane –
se presentó él mismo con educación, sabiendo que presentarse era lo mínimo que
se podía hacer en esos casos.
-Sé quién eres señorito Styles. Lo que
no sé es el por qué sigues aquí.
-Oh, sí. Claro… eh… yo ya me iba – miró
el estado en el que se encontraba Aeryn, miedoso de que al soltarla se volviera
a caer pero sonrió al ver que toda la sangre se le había agrupado ahora en sus
mejillas, devolviendo el color a toda la cara. Recogió sus cosas de la silla en
la que las había dejado y se giró de nuevo donde Aeryn. Se acercó y le dio un
fugaz beso en la mejilla derecha, lo que solo incrementó su color -. Ya nos
veremos.
A Aeryn le costó reaccionar pero cuando
lo hizo asintió y se despidió de él con la mano. Al marcharse, le acababa de
dejar sola ante el peligro.
-¿Qué hacías con ese chico aquí?
-Ese chico tiene nombre.
-No me importa cómo se llame.
-Pues es Harry y agradecería que usaras
su nombre. Al contrario es una falta de respeto.
-No querida, una falta de respeto es
traerte a un chico, sin avisar, a casa cuando no estamos ni tu padre ni yo.
-Ah bueno, si empezamos así, es una
falta de respeto marcharos de la ciudad siete días a la semana sin dar otro
aviso que no sea un papel en la mesa del comedor que diga: nos hemos ido de la
ciudad.
-Eso no tiene nada que ver.
-Sí que lo tiene.
-Volviendo a lo que nos ocupa, que es tú
falta de respeto – recalcó el “tú” -, no quiero volver a ver a ese chico.
-Harry, dios Margaret, se llama Harry.
-No me llames Margaret.
-Pues entonces te llamaré amarga, ¿te
parece mejor?
Toda la ira de Aeryn hacia sus supuestos
padres afloró en esa discusión, poquito a poco, junto con la de su madre y su
arrogancia.
-No te atrevas a hablarme así.
-¿Qué harás sino?
Su madre respiró profundamente en un
vano intento de calmar su ira y relajar la situación.
-Cariño, ¿qué te está pasando? –
preguntó Margaret con voz preocupada. Aeryn soltó un bufido, harta ya de toda
esa situación que la rodeaba, el miedo incesante con el que vivía desde hacía
poco al levantarse y saber que a su lado dormían personas que, en realidad,
apenas conocía.
-¿A mí? Nada nuevo, ¿qué hay de
vosotros?
-¿A qué te refieres?
-No sé, ¿no hay nada que os gustaría
decirme?
Su madre hizo ademán de hablar pero el
apretón en el brazo que obtuvo de su padre, junto con una mirada llena de
seriedad y preocupación, hizo que se lamentara y siguiera callada.
-Genial. Entonces si me disculpáis, me
gustaría estar sola.
-Pero Aeryn – empezó su madre, que de
pronto había perdido toda la fuerza a la hora de hablar, convirtiéndose en un mero
susurro lleno de miedo – tenemos que hablar.
-No Margaret, no tenemos nada de lo que
hablar.
Dicho esto, con un pequeño pero ansiado
empujón, Aeryn empujó a sus respectivos padres fuera de su habitación y cerró
la puerta. El ruido del choqué, aunque no hubiera sido necesariamente
escandaloso, tampoco pasaba desapercibido. Y fue como si, al cerrar la puerta, sus
fuerzas se derrumbaran. Cuando el sonido del choque sonó, algo en su interior se
derrumbó. Aeryn se sintió instantáneamente sola, aturdida y con miedo, más
miedo del que jamás había sentido.
Se obligó a sí misma a levantarse del
suelo al darse cuenta que no solo las lágrimas bajaban de su rostro, sino que
su cuerpo había empezado a caer apoyado a la pared. Se levantó y se acordó de
Harry y de lo que había pasado, sobre todo cuando le había dicho que él la
conocía. Se acordó de la cara de desconcierto de su amigo en ese mismo instante
y decidió que tenía que aclarárselo.
Se levantó y cogió las fotos que tenía
de cuando era pequeña, fotos que su familia creía que yacían escondidas en el
desván de la casa. Aeryn empezó a buscar entre aquellas pocas fotos una que
hacía poco le había llamado su atención, le sacó una foto y se la envió a
Harry.
SMS “Tú
me conoces, a mí, a la verdadera yo.”
No esperó la respuesta, de hecho,
decidió apagar el teléfono. Cogió la foto que acababa de sacar de la caja, se
sentó en la cama y la observó. En la foto aparecían dos niños de pequeños, una
niña y un niño, no tendrían más de tres o cuatro años, quizá hasta cinco. Se
sonreían el uno al otro, como si fueran los mejores amigos y acabaran de
encontrar un gusano en el parque, como si fueran grandes investigadores. La niña era Aeryn, eso estaba claro y el niño…
el niño de las mejillas exageradamente grandes y con hoyuelos y ojos verdes…
era Harry.
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Sé que he tardado un montón, pero no encontraba la motivación y, la verdad, me he planteado dejar esta novela (planteándome la idea de que mejor decepcionaros ahora que luego), pero la verdad, es cierto una cosa que una de vosotras me ha dicho... no sería justo para las que seguís leyéndome que yo me rindiera tan pronto. No lo es, y no quiero hacerlo, así que espero tener más tiempo y motivación para escribir estos días (vuestros grandes comentarios con opinión, etc son una gran fuente de motivación)
Para ayudarme en este mi viaje a la literatura (hoy me siento algo técnica), comentar:
-¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿El/los descubrimiento/s?
-¿Es de verdad Harry el niño pequeño que conocía? ¿Qué pasará si es él?
-¿Es un sarpullido? okno, ¿qué creéis que pasará entre esos dos? o mejor dicho, ¿qué creéis que está pasando?
-¿Qué queréis que pase pero ya? JAJAJAJAA
Muchísimas gracias por todo vuestro apoyo de verdad, me haría mucha iluiçon que me ayudaráis a promocionar esta novelita inocente :)
Si comentáis por aquí, RECORDAR PONER VUESTRO TWITTER AL FINAL (ejemplo: @lamejorlectoradelmundo)
GRACIAS! :)