martes, 31 de diciembre de 2013

Capítulo diez



Harry se puso rojo de furia al descubrir de dónde provenía el tono violáceo de la mejilla de Aeryn. Ella intentó explicarle el pequeño problema que tenía su madre con el control de su fuerza pero eso solo sirvió para enfadar aún más a Harry, el cual alegó que sabiendo de su enfermedad con más cuidado debería hacer lo que hace. Sus palabras exactas fueron “¡Si tiene un puto problema del control de la fuerza, que no la utilice! ¿¡Acaso es gilipollas!? ¡Yo puedo tener un problema o una adicción con… yo que sé, las armas pero justo por ese motivo tengo más cuidado en el momento de usarlas, no voy por ahí pegando tiros!“ Aún así, Aeryn consiguió que se relajara y aún más importante, que se fuera antes de que volvieran sus padres. El chico se negaba rotundamente a dejarla ahí sola pero acabó cediendo al escucharla decir que prefería no tener la otra mejilla a juego. Se preocupó, eso sí, pero se marchó, que era lo importante.

Antes de que sus padres volvieran, Aeryn cogió de la despensa algunos cereales, chocolates, galletas y demás para poder evitar lo máximo posible tener que bajar a ver a sus padres. Estuvo un rato metida en twitter divagando por la página, leyendo tweets de completos desconocidos sobre su vida normal, rutinaria; leyendo cómo la gente se quejaba de su monótona vida y de sus padres, los cuales no les comprendían. Antes de irse a dormir escribió ella misma un par de tweets:

Mientras que alguna gente se queja de su monótona vida "sin sentido alguno" porque son adolescentes y tienen que ir al instituto *que rollazo* yo ruego por favor, a quién haya destrozado mi vida dándole un giro de 180º, que me devuelva la vida que me había sido otorgada.
Ahora pienso las veces que soñé con que todo fuera diferente, con que mi vida fuera algo más marchosa, por así decirlo. Creerme cuando os digo que ojalá no hubiera cambiado. Me gustaría seguir siendo la misma que antes, despertarme todos los días con un horario estricto impuesto por esta sociedad opresora.
No sabéis la suerte que tenéis, ni sabéis lo que vuestros tan ansiados deseos pueden llegar a traeros, por eso, por favor, pensar mejor las cosas antes de decirlas.”

Lo escribió rápido, sin pensar realmente lo que escribía. Obviando todas las tediosas horas en las que su profesor de lengua insistía en organizar lo escrito. Se sorprendió al ver que le habían contestado.

Harry:

“Maldecirás el día en que tu vida dio un giro de 180º. Llámame egoísta si así lo sientes, pero no hay cosa de la que más me alegre ahora que puedo estar contigo.”

Sonrió a la pantalla sin ni siquiera darse cuenta, sonrisa que le duró bien poco al  ver que no solo le había llegado la respuesta de Harry, sino un mensaje directo de Thomas.

“Harry no es quién tú crees. Pregúntale de verdad por qué se interesó en ti el día de la fiesta.”

Se enfadó. Algo en su interior despertó con ganas de pegar a Thomas, ¿cómo se atrevía a decir eso ahora? ¿Él? Dejó de seguirle en twitter, hasta lo bloqueó pensando que igual así la dejaría en paz.

Llegaron sus padres y todo seguía igual. No había bajado ni pensaba bajar a verles, simplemente se quedaba en su cuarto escuchando el susurro de sus voces. Sabía que estarían hablando de ella, no había que ser un genio para saber eso, pero sí que había que serlo para saber qué decían, o mejor dicho, lo que querían decir.

Se tumbó en su cama con un libro en su regazo, cerrado. Miraba al techo de su habitación sintiéndose extremadamente vacía. Arriba, decorando el blanco y frío techo se encontraban las fotos que más le gustaban a Aeryn, las fotos que mostraban la felicidad de una niña que ahora se encontraba rumbo a la locura. Había de todo, fotos de cuando era una niña, jugando en el parque, cuando creció un poco y conoció a Thomas, fotos de su primer día de instituto… fotos que mostraban una sonrisa perdida en los recuerdos.

Se levantó. No podía soportar la mirada de aquella chica que parecía burlarse de ella, aquella chica de pelo oscuro y tez blanca, aquella chica de sonrisa blanca que parecía gritarle “Fracasada” cada vez que la miraba. Con los pies hundidos en el colchón de su cama intentó despegar todas aquellas fotos que se pasó días intentando colocar en su sitio. Las cogía y las tiraba al suelo sintiendo, cada vez que una de ellas tocaba el suelo, que su corazón se liberaba de una pesada carga. Notaba las lágrimas bajar por su cara, dificultándole la visión. Solo le quedaban un par de fotos y todo habría acabado. Saltó a por las últimas y al coger la última notó que su pie se colocaba en el borde de la cama y sin poder evitarlo cayó al suelo, aún sujetando la última foto, creando un fuerte sonido al chocar contra el suelo. Notaba el dolor y el frío que el suelo le proporcionaba. Las lágrimas se convirtieron en llantos y pensó que era verdad lo que antes había mencionado: las fotos que mostraban la felicidad de una niña que ahora se encontraba rumbo a la locura. ¿Se estaba volviendo loca?

Sus padres escucharon el golpe y los llantos, incluso hicieron un ademán de subir y saber de ella, saber qué le pasaba como siempre habían hecho pero sabían desde hacía unos días que ya no podrían volver a hacer lo que habían estado haciendo desde siempre, sabían que pasaba algo y lo peor de todo era que aunque no lo quisieran admitir, sabían perfectamente qué era lo que pasaba.

Se quedó en el suelo, sintiéndose impotente hasta que sus llantos se convirtieron en pequeños sollozos y su respiración entrecortada volvía, con dificultad, a la normalidad. Aún así se quedó tumbada dónde se había caído sintiendo aquel frío que emana el suelo negro de su habitación, la única sensación que se le hacía familiar en aquellos momentos.

Perdida de nuevo en sus pequeños sollozos y pensamientos, volvió la frase de Thomas a su cabeza “Harry no es quién tú crees. Pregúntale de verdad por qué se interesó en ti el día de la fiesta.”

Se levantó, sintiendo cómo al estirarse su costado derecho intentaba romperse creando un dolor excesivo pero aguantó y volvió dónde el ordenador. Se sentó y desbloqueó a Thomas, y lo volvió a seguir para así poder contestar su mensaje directo, odio resaltado en cada una de sus palabras.

“Tú qué cojones sabrás quién es Harry.”

Para su sorpresa, la respuesta no tardó más de dos minutos.

“Estoy seguro que lo sé mejor que tú.”

“Me da la sensación de que todo el mundo sabe más que yo.”

“¿También él?”

No. Harry solo sabía lo que ella le decía, ¿verdad? Aunque pensándolo mejor… él sabía algo de la foto que ella había encontrado, algo que aún no le había dicho, algo que quizás ni siquiera lograba recordar.

“¿Qué sabes tú?

“Más de lo que podrías llegar a imaginar.”

“Soy muy creativa, ponme a prueba.”

“Ya te están poniendo a prueba Aeryn, estás dentro.”

“¿Dentro de qué?”

“ Suerte, la necesitarás.”

Esperaba una respuesta que le brindara más información, alguna pista, algo, pero no, en vez de eso solo consiguió enfadarse más con Thomas el cual estaba claro que sabía más de lo que decía. Aquella noche en el club, tenía que descubrir con quién hablaba y aunque intentó no pensar en ello, también tendría que descubrir por qué Harry se interesó justo ese día, el día que empezó su malestar.

¿Acaso Harry era como un ángel que llegaba justo en el momento necesario? No, eso era imposible. ¿Y si fuera el causante de todo aquello?

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Bueno chicas, voy a subir, aunque no haya habiado apenas 5 comentarios... TT 
¿Qué os ha parecido?
Contestar:

-¿Qué sabe Thomas?
-¿Qué saben los padres de Aeyn?
-¿Qué hará Aeryn?
-¿Quién es Harry en realidad? ¿Por qué él? ¿Por qué ahora? ¿Cuánto sabe él de todo esto?
-¿Qué pasará?
-Respuesta sorpresa que no tenga que ver con mis preguntas para hacerme happy?

Bueno, quería daros las gracias a las que seguís leyendo, las que me apoyáis por este camino y por todo lo que hacéis por mí, de verdad, GRACIAS.

Y como no... ¡FELIZ AÑO NUEVO!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo nueve



El despertador volvió a sonar como de costumbre a las seis de la mañana. Era lunes. Se había pasado el fin de semana escondida bajo la sábana, su nueva fiel aliada. Sus padres habían hecho algún intento de hablar con ella pero todos fueron nulos. Aeryn llegó a creer que había escuchado a su madre llorar.

En cuanto a Harry… estaba segura que habría contestado al mensaje que le envió, pero no había encontrado las fuerzas para asegurarse y leerlo. Era una cobarde, a quién pretendía engañar, y lo peor era que hoy tendría que enfrentarse no solo a Harry, sino también a una madre llorica y un padre falto de tacto.

Se levantó de la cama y se vistió con su ropa de deporte. Salió de casa y empezó a correr pero en vez de seguir la ruta que solía hacer cada mañana, decidió ir por otro lado, en un intento de romper la monotonía algo más de lo que se había roto estos últimos días. Mientras iba corriendo no pudo evitar pensar qué pasaría si seguía corriendo y no parara jamás, si no volvía atrás. Igualmente ya no importaba, no había nada por lo que luchar realmente. Sus padres no eran sus padres y llevaban ocultándolo toda la vida; Thomas no era el gran amigo que decía ser y Harry… Harry. Él era la única persona por la que Aeryn se quedaría pero estaba segura que tampoco significaría tanto. Él recordaría las aventuras, el pequeño subidón de adrenalina que le daba al pensar en él como uno de los hombres de negro, o como Sherlock Holmes, pero se le pasaría y volvería a su vida normal, con sus grandes amigos y su maldita Natalie Portman, lista para atacar con sus rosados y preciosos asquerosos labios.

Miró el reloj, llevaba demasiado tiempo corriendo, no volvería a casa a tiempo para ducharse, desayunar, prepararse y salir de ahí para enfrentarse una vez más al mundo real. Genial.

Aminoró el paso, igualmente ya iba a llegar tarde. Por una vez en todo el tiempo que llevaba corriendo se dejó asombrar por lo que la rodeaba. Cafeterías, tiendas, pastelerías, parques… era impresionante lo mucho que había corrido en tan poco tiempo.

-¿Hasta dónde has llegado hoy? – preguntó como siempre hacía Margaret.
-¡He pasado el parque de los columpios grandes mami! – ilusionada, Aeryn saltó a los brazos de su madre.
-¿Tanto has hecho?
-¡Sí!
-Mi pequeña atleta, un día serás más rápida que un guepardo.
-¿Los guepardos son muy rápidos?
-Los guepardos son uno de los animales más rápidos del planeta.
-Pues les ganaré, nadie podrá cogerme.
-Eso espero vida mía –sonrió -.  Ahora a la ducha que tenemos que llegar al cole.

El recuerdo de una de las épocas más felices de su infancia se le coló a Aeryn en la mente, haciendo que derramara un par de lágrimas. <<Lo conseguiste mamá, nadie jamás podrá atraparme, ni siquiera tú. >>  A paso firme, llegó hasta su casa, dónde unos alborotados padres la esperaban.

-¿Dónde estabas? – Aeryn no contestó, no quería dirigirles la palabra
-¿Dónde estabas Aeryn? – preguntó esta vez su madre, enfadada.
-¿No es obvio? Fuera, estaba fuera.
-Hoy es lunes Aeryn, por si no lo sabías.
-¡No puede ser! – empezó Aeryn, con un notorio tono burlesco a la vez que molesto y enfadado -. ¿Eso es lo que viene después del domingo? ¿Lunes?

De pronto sintió un guantazo en la mejilla derecha, fuerte, extremadamente fuerte. Rápidamente se llevó la mano a la zona dolorosa incapaz de evitar pensar en el hematoma que le aparecería después.

-No te pases de lista Aeryn – la voz de Margaret sonaba amenazadora y cortante.

Pasado aquello, Aeryn miró el rostro decepcionado de su padre, o la persona que se hacía pasar por él, y no pudo evitar sentirse traicionada y dolorida. Las lágrimas luchaban por salir y mojarle la cara, pero no les permitiría salir y se prometió a sí misma que no dejaría que ninguna otra lágrima causada por aquellas dos personas que la habían criado volviera a surgir de sus ojos.

Se encerró en su cuarto, como tantas otras veces había hecho y se refugió bajo su sábana. Podía escuchar la discusión entre sus padres, aunque fuera incapaz de descifrar qué decían. Al cabo de un tiempo, escuchó cómo la puerta principal de casa se abría y se cerraba, dejándola así sola en esa inmensa casa de vacío sentimiento.

Una vez hubiera estado sola, se levantó de la cama y se dirigió al baño, mirando en el espejo cómo el guantazo propinado por su querida madre tomaba un color violáceo. Se tocó la zona y al segundo se arrepintió de haberlo hecho. Maldijo la enfermedad de su madre (por si no os acordabais, su madre es incapaz de controlar la fuerza con la que hace las cosas) al notar el dolor que solo rasparlo le causaba, aunque tampoco podía decir nada, porque aunque no esté bien pegar a una hija con tal fuerza, su madre no lo había hecho queriendo. Nuevamente luchó contra sus propias lágrimas y cansada de todo lo que le estaba pasando, se volvió a dormir.

~.~

La despertó el sonido del timbre. Totalmente desorientada y somnolienta, se levantó de la cama al ver que no paraba de sonar. Le dolía la cabeza y el timbre no le estaba ayudando.

-¡Ya va, ya va! – gritó.

Bajó las escaleras hasta la planta principal aún sin ser capaz de situarse ella misma. Ahora mismo podría ser lunes, como podría ser jueves del año 1786 para Aeryn, pero todo le estalló de golpe cuando al abrir la puerta se encontró a un muy malhumorado Harry Styles.

-Eres… eres… - empezó Harry, y al ver que estando en el umbral tenía la posibilidad de que le cerraran la puerta en las narices, se apresuró y entró dentro, aún sin tener permiso -. Me he pasado el fin de semana entero llamándote, enviándote mensajes. ¡Hasta he venido aquí unas cincuenta veces! ¿Sabes lo mierda que me has hecho sentir? ¿Te gustaría que no te hicieran ni puto caso cuando lo único que intentas hacer es ayudar? Ayuda que de hecho, tú me pediste – resaltó el “tú” -. Eres una egoísta Aeryn.

Aeryn se quedó de piedra.  Tenía razón, era una egoísta, aunque tampoco entendía el excesivo enfado que traía consigo Harry.

-Te pedí ayuda, jamás te pedí que te preocuparas por mí. De hecho, no sé por qué te preocupas tanto.

Ambos hablaban con increíble enfado, Harry por el hecho de haber sido ignorado y Aeryn por todo lo que se le venía encima y es que ella cada vez que se agobiaba o se sentía débil o sola hacía lo mismo, se defendía, se defendía a toda costa.

-¿De qué cojones vas? – preguntó Harry dolorido aun sin dejar el matiz de enfado en su voz. Aeryn se quedó sin saber qué decir porque en realidad ya no sabía ni de qué iba ella, ni de qué iba el resto del mundo, todo estaba en su contra, o así lo creía ella. Giró su cabeza gacha hacia la izquierda en un intento de esquivar su mirada y ocultar su mirada avergonzada, sin acordarse de que la mejilla derecha, totalmente violácea, quedaba al descubierto. Por un momento, Harry olvidó todo enfado que traía consigo hacia Aeryn y se acercó a ella con premura -. ¿Qué te ha pasado? – acarició con las yemas de sus dedos el moratón que cubría toda su mejilla y Aeryn se alejó de él tan rápido como pudo, una espresión de dolor cubriéndole el rostro -. ¿Qué te ha pasado Aeryn?
-No me ha pasado nada.
-No me mientas.

Aeryn se quedó callada, aun con la cabeza gacha, cuando Harry volvió a acercarse a ella y la obligó a mirarlo.

-Dime que te ha pasado Aeryn, por favor – el tono de Harry se había vuelto suave y suplicante.
-No es nada –susurró ella.
-Lo es para mí.

Aeryn no lo pudo aguantar más, toda esta situación podía con ella. Dejó que sus lágrimas salieran a la luz, humedeciendo su rostro. Harry se acercó a ella y la abrazó. Ella se dejo abrazar y por primera vez en su vida no se sintió indefensa al mostrarse débil ante una persona, sino que se sintió aliviada.

-¿Por qué haces esto Harry? – preguntó como pudo, ya que su voz se veía entrecortada por sus lágrimas.
-¿Hacer el que?
-Preocuparte por mí.
-Porque me importas Aeryn, me importas más de lo que tú crees, más de lo que yo creía que lo harías.
-Soy una estúpida.
-Mi estúpida favorita.


Y se quedaron así, abrazados y en silencio durante un tiempo sin saber lo que realmente las palabras de Harry escondían.

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Ya sabéis cómo me gustan los comentarios así que...

-¿Qué os ha parecido?
-¿Qué creéis o queréis que pase?
-¿La torta de Margaret?
-¿Cómo se siente Aeryn?
-¿Qué esconden las palabras de Harry?

Gracias por hacerme sonreír con vuestros comentarios.

PD: si comentáis por aquí (lo cual prefiero) poner vuestro twitter al final del comentario. Si no, enviar uno o dos o tres o quinientos tweets a: @DreamCatcherL.

martes, 26 de noviembre de 2013

Capítulo ocho


-¿El qué? ¿Eso? – se señaló la parte del cuello que tenía un color rojizo -. No es nada, solo un sarpullido.
-Eso no es un sarpullido Harry – sin haberlo querido, hasta ella misma notó tristeza en su voz. Miró a Harry que la miraba desconcertado, no podía dejarle pensar que le había molestado, hasta afectado -. ¿Con quién has quedado esta tarde que no me has querido decir Hazza? – preguntó en tono divertido.
-Con nadie, es una tontería.
-Y esa tontería… ¿tiene nombre?
-Aeryn, ya, ha sido solo un accidente.
-No creo que eso se pueda hacer sin querer o me dirás: Estaba caminando por la calle cuando una rubia buenísima se me ha caído encima y sin querer ha presionado  sus labios en mi cuello con tal fuerza que se ha visto obligada a succionar y me ha dejado una marca en la piel.
-Aeryn no ha sido así…
-Tranquilo, no me tienes que explicar nada. Volviendo al tema que nos ocupa… ¿Qué has descubierto?
-Aeryn, yo…
-Harry – cortó Aeryn, cansada de aquella conversación que sabía que acabaría desvelando que Harry ha encontrado a una flamante chica, seguramente digna de su belleza, con la que pasárselo bien – céntrate por favor.

Harry suspiró. Sabía que era inútil intentar hacer o explicar algo que ella no quería saber. En poco tiempo le había dado tiempo de sobra de averiguar cómo era en realidad su nueva amiga y aparte de ser tímida e inteligente, era una terca.

-Bien, la ventana – se rascó el chupetón -.  ¿Sabes cómo en la parte de atrás pone  “Aeryn y su madre. Lynn.”?  - Aeryn asintió -. Sabemos que Lynn es un nombre de mujer y sé que al leerlo habrías pensado que es el nombre de tu madre, ¿no es así?
-Harry, ¿a dónde quieres llegar a parar?
-¿Y si no fuera el nombre de tu madre? – continuó sin hacerla caso -. Si te fijas bien, puedes ver una estación de tren al fondo.
-Qué más dará eso, hay millones de estaciones de tren Harry. Solo nos dice que estuve cerca de una de ellas.
-No, ahí te equivocas. Nos dice que tu madre o una amiga o familiar tenía una casa cerca de una estación de tren, una que yo visitaba frecuentemente cuando era pequeño Aeryn.
-¿Perdona?
-Es la estación de tren de Lynn Aeryn – sacó de su bolsillo una foto -. Por eso me sonaba de algo, yo ya había estado ahí.

Le tendió la foto a Aeryn, la cual lo cogió con ganas y la miró. Era un niño, de pequeño con una bufanda y un gorro de colores oscuros sonriendo a la cámara junto con una niña algo mayor que él, en una estación de trenes.

Se fijó ahora más en Harry, sus ojos verdes destacaban aún más cuando era pequeño, y sus mejillas sonrojadas gorditas y divertidas.

Le empezó a doler la cabeza.

-Harry, yo a ti… yo a ti te conozco.
-Sí, obviamente.
-No, no quiero decir eso – Se levantó de la cama y sintió como toda la sangre desaparecía de su rostro. Se apoyó en la pared más cercana, justo cuando Harry se levantaba para ayudarla a sostenerse. La agarró de la cintura y la apoyó con más fuerza contra la pared, haciendo que sus cuerpos estuvieran más cerca aún que cuando bailaron. Sin quererlo, los ojos de Aeryn bajaron a sus labios y cuando recordó lo que otros le habían marcado desvió la mirada a sus ojos -. Lo que quiero decir es que tú, tú me conoces a mí Harry.
-Aeryn creo que estás desvariando.
-Oh cállate – lo empujó lejos, y al segundo se arrepintió de haberlo hecho porque volvió a sentirse débil y marearse, aunque Harry no tardó mucho en volver a su puesto.
-Aeryn… - la voz de Harry sonó suave, tanto que aquella simple palabra parecía acariciar todo su cuerpo con extrema delicadeza. La miraba con esos ojos grandes verdes, esos a los que tantas mujeres les gustaría observar.
-El señor Styles, supongo.

Una voz grave y seria, masculina sin lugar a dudas, les sorprendió a ambos. Harry se separó un poco aún sujetando a Aeryn de un lado y ambos giraron sus cabezas hacia la puerta, por donde asomaban sus cuerpos los padres de Aeryn.

-¿No estabais en una cena?
-¿No estabas sola en casa?

La tensión en el ambiente era palpable. Su madre miraba a Harry con un odio y un miedo infinito, como si él fuera a hacer algo que les causara daño. Aunque, si te pones en el lugar de la madre, viendo a tu hija de dieciocho años con un chico básicamente pegados el uno al otro contra la pared una noche en la que ellos faltaban… era normal que pensara que iba a pasar algo, un “mal” hipotético en la mente de una madre.

-Soy Harry, Harry Styles señora Labane – se presentó él mismo con educación, sabiendo que presentarse era lo mínimo que se podía hacer en esos casos.
-Sé quién eres señorito Styles. Lo que no sé es el por qué sigues aquí.
-Oh, sí. Claro… eh… yo ya me iba – miró el estado en el que se encontraba Aeryn, miedoso de que al soltarla se volviera a caer pero sonrió al ver que toda la sangre se le había agrupado ahora en sus mejillas, devolviendo el color a toda la cara. Recogió sus cosas de la silla en la que las había dejado y se giró de nuevo donde Aeryn. Se acercó y le dio un fugaz beso en la mejilla derecha, lo que solo incrementó su color -. Ya nos veremos.

A Aeryn le costó reaccionar pero cuando lo hizo asintió y se despidió de él con la mano. Al marcharse, le acababa de dejar sola ante el peligro.

-¿Qué hacías con ese chico aquí?
-Ese chico tiene nombre.
-No me importa cómo se llame.
-Pues es Harry y agradecería que usaras su nombre. Al contrario es una falta de respeto.
-No querida, una falta de respeto es traerte a un chico, sin avisar, a casa cuando no estamos ni tu padre ni yo.
-Ah bueno, si empezamos así, es una falta de respeto marcharos de la ciudad siete días a la semana sin dar otro aviso que no sea un papel en la mesa del comedor que diga: nos hemos ido de la ciudad.
-Eso no tiene nada que ver.
-Sí que lo tiene.
-Volviendo a lo que nos ocupa, que es tú falta de respeto – recalcó el “tú” -, no quiero volver a ver a ese chico.
-Harry, dios Margaret, se llama Harry.
-No me llames Margaret.
-Pues entonces te llamaré amarga, ¿te parece mejor?

Toda la ira de Aeryn hacia sus supuestos padres afloró en esa discusión, poquito a poco, junto con la de su madre y su arrogancia.

-No te atrevas a hablarme así.
-¿Qué harás sino?

Su madre respiró profundamente en un vano intento de calmar su ira y relajar la situación.

-Cariño, ¿qué te está pasando? – preguntó Margaret con voz preocupada. Aeryn soltó un bufido, harta ya de toda esa situación que la rodeaba, el miedo incesante con el que vivía desde hacía poco al levantarse y saber que a su lado dormían personas que, en realidad, apenas conocía.
-¿A mí? Nada nuevo, ¿qué hay de vosotros?
-¿A qué te refieres?
-No sé, ¿no hay nada que os gustaría decirme?

Su madre hizo ademán de hablar pero el apretón en el brazo que obtuvo de su padre, junto con una mirada llena de seriedad y preocupación, hizo que se lamentara y siguiera callada.

-Genial. Entonces si me disculpáis, me gustaría estar sola.
-Pero Aeryn – empezó su madre, que de pronto había perdido toda la fuerza a la hora de hablar, convirtiéndose en un mero susurro lleno de miedo – tenemos que hablar.
-No Margaret, no tenemos nada de lo que hablar.

Dicho esto, con un pequeño pero ansiado empujón, Aeryn empujó a sus respectivos padres fuera de su habitación y cerró la puerta. El ruido del choqué, aunque no hubiera sido necesariamente escandaloso, tampoco pasaba desapercibido.  Y fue como si, al cerrar la puerta, sus fuerzas se derrumbaran. Cuando el sonido del choque sonó, algo en su interior se derrumbó. Aeryn se sintió instantáneamente sola, aturdida y con miedo, más miedo del  que jamás había sentido.

Se obligó a sí misma a levantarse del suelo al darse cuenta que no solo las lágrimas bajaban de su rostro, sino que su cuerpo había empezado a caer apoyado a la pared. Se levantó y se acordó de Harry y de lo que había pasado, sobre todo cuando le había dicho que él la conocía. Se acordó de la cara de desconcierto de su amigo en ese mismo instante y decidió que tenía que aclarárselo.

Se levantó y cogió las fotos que tenía de cuando era pequeña, fotos que su familia creía que yacían escondidas en el desván de la casa. Aeryn empezó a buscar entre aquellas pocas fotos una que hacía poco le había llamado su atención, le sacó una foto y se la envió a Harry.

SMS “Tú me conoces, a mí, a la verdadera yo.”


No esperó la respuesta, de hecho, decidió apagar el teléfono. Cogió la foto que acababa de sacar de la caja, se sentó en la cama y la observó. En la foto aparecían dos niños de pequeños, una niña y un niño, no tendrían más de tres o cuatro años, quizá hasta cinco. Se sonreían el uno al otro, como si fueran los mejores amigos y acabaran de encontrar un gusano en el parque, como si fueran grandes investigadores.  La niña era Aeryn, eso estaba claro y el niño… el niño de las mejillas exageradamente grandes y con hoyuelos y ojos verdes… era Harry.


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Sé que he tardado un montón, pero no encontraba la motivación y, la verdad, me he planteado dejar esta novela (planteándome la idea de que mejor decepcionaros ahora que luego), pero la verdad, es cierto una cosa que una de vosotras me ha dicho... no sería justo para las que seguís leyéndome que yo me rindiera tan pronto. No lo es, y no quiero hacerlo, así que espero tener más tiempo y motivación para escribir estos días (vuestros grandes comentarios con opinión, etc son una gran fuente de motivación)

Para ayudarme en este mi viaje a la literatura (hoy me siento algo técnica), comentar:

-¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿El/los descubrimiento/s?
-¿Es de verdad Harry el niño pequeño que conocía? ¿Qué pasará si es él?
-¿Es un sarpullido? okno, ¿qué creéis que pasará entre esos dos? o mejor dicho, ¿qué creéis que está pasando?
-¿Qué queréis que pase pero ya? JAJAJAJAA

Muchísimas gracias por todo vuestro apoyo de verdad, me haría mucha iluiçon que me ayudaráis a promocionar esta novelita inocente :)
Si comentáis por aquí, RECORDAR PONER VUESTRO TWITTER AL FINAL (ejemplo: @lamejorlectoradelmundo) 

GRACIAS! :)

viernes, 11 de octubre de 2013

Capítulo siete




Nada. No sabían nada. Aunque era normal, ¿por dónde podrían empezar?

Habían pasado dos semanas desde que Aeryn había descubierto la verdad, una y pocos días desde que había decidido que iba a buscar la verdad.

Estaban en clase de filosofía. Desde que habían empezado a estudiar la filosofía antropogonica (filosofía que se centra en el ser humano, salto de la búsqueda de Akhrè a la búsqueda del bien del ser humano) se había dado cuenta que fácilmente podía seguir el ejemplo de Platón y pensar que su vida era ideal, olvidarse de los problemas pero solo había un problema, se había dado cuenta que ella no seguía el mismo camino que él sino que seguía el camino de su discípulo, Aristóteles. Aeryn era demasiado realista y a diferencia de muchas personas, no podía parar de pensar y analizar su situación actual.

Una sonrisa cubrió su rostro al pensar en cómo lo que le estaba pasando ahora mismo podría usarse en una película. Imaginó a Emma Watson sentada en aquel mismo pupitre mientras fingía reflexionar sobre lo que le acababa de pasar.

-¿En qué piensas? – le sobresaltó la pregunta de Harry.
-En que me alteras.
-¿Te altero? – alzó las cejas y sus labios dibujaron una sonrisa traviesa.
-Styles…
-No he podido resistirme. ¿En qué pensabas?
-¿Ha acabado la clase ya?
-Sí, hace unos cinco minutos. ¿Por qué obvias la pregunta?
-Porque sabes de sobra la respuesta.
                                                                                                                                                        
Se levantó de su pupitre, guardó su clasificadora en el bolso, llena de apuntes y fotocopias que aún no había leído y se lo colocó en el hombro saliendo así junto con Harry de la clase, directos hacia la salida.

-¿Quieres hacer algo luego?
-Yo… creo que ya he quedado.
-Oh, bueno no importa. Había pensado en invitarte a casa a ver una peli pero así.. ¡Más palomitas para mí!
-También podrías quedar con otra persona o si eso intentar descubrir algo más.
-No me apetece quedar con nadie y lo otro… sabes que lo he intentado, no hay nada.
-Algo tiene que haber. Si dejaron aquella foto, seguro que dejaron algo más.
-¿Pero el qué? ¿Cómo descubrir cuál?

Caminaban de vuelta por Beacon Hill y se detuvieron un momento  en “Charles Chocolates” para tomar una buena taza de chocolate. El frío empezaba a notarse y aprovechando que tenían que pasar por ahí para llegar a casa de Aeryn, decidieron entrar y calentarse las manos con aquella única sensación indescriptible del chocolate caliente.

Se sentaron en uno de los sillones que había dentro de la tienda mientras una suave música los invitaba a quedarse.

-¿Puedo ver un momento la foto? – Aeryn sorprendida por su repentino pedido sacó la foto de la cartera y se la entregó.
-“R.F” – leyó Harry – Su tatuaje… “R.F” era reciente…  ¿Qué podría significar?
-Ni idea.
-¿No te suena de nada? Un nombre, un lugar… una mascota incluso.
-Yo solo he tenido una mascota. Era un pez payaso. Cuando tenía ocho años mi padre se levantó, lo cogió de la pecera, me pidió que fuera con el al baño, lo tiro en el retrete y me dijo: Fíjate. Luego le dio a la bomba y vi cómo mi pez desaparecía dando vueltas bajo un torbellino mientras mi padre decía: ¿Te has fijado? La vida es como el agua de este retrete y tú no eres más que el pez, que mareado, se pierde bajo las vueltas que da la vida. Solo tienes que aprender a sobrellevarlas y así algún día llegarás al mar y vivirás en paz.
-¿¡Qué tu padre qué!?
-Sé que es algo bestia, pero si lo piensas no es un mal ejemplo .
- No niego que la filosofía impartida por la metáfora no sea buena, pero no me parece el mejor método de práctica para aprenderla.
-No sabría decirte, jamás se me olvidó.

Harry miró a Aeryn que de pronto parecía pérdida en sus recuerdos y, de alguna manera, él sabía que estaba pensando en más momentos parecidos a ese y viendo lo que estaba tardando en regresar al mundo real, supuso que había varios recuerdos parecidos. Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo solo de pensarlo, solo tenía ocho años. Quizás era por eso por lo que Aeryn parecía tan fuerte a veces, aunque otras se derrumbara, mayormente parecía una muralla muy difícil de saltar.

Mientras que ella seguía perdida en su mar de recuerdos Harry desplazó la mirada por el local. Era verdaderamente bonito, la verdad. Se paró en el antiguo reloj que colgaba de la pared. Las 17:45 pm. ¡Mierda, había quedado en menos de una hora!

-Aeryn, me tengo que ir, lo siento.
-Tranquilo, pásatelo bien con…
-¡Gracias, adiós! – gritó saliendo del local antes de que Aeryn pudiera terminar la frase y pensó: Este chico está loco.

~.~

En aquella casa no había nada más que descubrir.

Se tiró en la cama cansada de su absoluta pérdida de tiempo y pensó qué película podría ver ahora. Viernes 21:33 pm, sola en casa, completamente sola, de nuevo.

Sacudió su cabeza con el fin de apartar aquellos tristes, aunque ciertos pensamientos de su cabeza, y fue al armario del salón a elegir película. ¿Drama? ¿Comedia? ¿O quizá alguna medianamente romántica? Si, hacía tiempo que no había visto ninguna y no sabía por qué, ahora mismo le apetecía más que ningún otro género. “Amigos con derechos” le pareció lo mejor que podría encontrar en su casa y así, de paso, también podría reírse lo que los últimos días no había podido.

Sus padres estaban de cena a las afueras, las palomitas en el microondas y la película esperando en el dvd. Tampoco parecía un plan del todo malo.

Un vez se hubieran hecho las palomitas, se tumbó en el sofá y clicó en “Play”. Iba por la mitad de la película y no podía parar de pensar que no había cosa que ansiara más que Ashton Kutcher la besará como besaba a Natalie Portman. Pasó con delicadeza su dedo índice por su estómago y se preguntó cómo sería aquel mismo gesto de las manos de un hombre, preferiblemente uno tan guapo como Ashton. Mientras se reía de lo absurda que era ella misma por pensar aquellas cosas, el timbre sonó. Con cuidado y sorpresa miró por la mirilla para encontrarse a nada más y a nada menos que a Harry esperando en el umbral.

-¿Qué haces aquí?

Harry pasó por su lado sin pedir permiso y se adentró en la casa. Cuando Aeryn se dio la vuelta para mirarlo vio que la mirada de Harry descansaba en la pantalla de la televisión, la cual reflejaba una escena algo personal de la vida de una pareja.

-¿Amigos con derechos? Es divertida – Aeryn tragó, de pronto imaginándose a Harry como Ashton y a ella misma como Natalie.
-¿Qué haces aquí? – repitió.
-Creo que sé algo.
-¿A qué te refieres? – preguntó ahora con más interés.
-¿Puedo usar tu ordenador un momento? Te lo mostraré.

Ambos subieron por las escaleras dirección al cuarto de Aeryn y una vez ahí Harry se sentó en la cama con el portátil en su regazo.

-¿Qué has descubierto?
-La foto, solo nos estábamos fijando en ti y en tu supuesta madre pero hoy a la tarde me he fijado en la ventana de atrás. Me sonaba de algo.
-¿De qué?
-¿Dónde tienes la foto?
-Está en mi bolso.

Harry se levantó de la cama dejando una foto buscada por internet en la pantalla. Aprovechó y se quitó el jersey y la bufanda que traía consigo antes de coger la foto y los dejó en la silla del escritorio para volver a sentarse junto Aeryn la cual se había bloqueado al verle el cuello. Por un momento se le olvidó la nueva información que podría traerle, esa que había ansiado tan desesperadamente conseguir y era como si su mente hubiera dejado de funcionar, solo fue capaz de decir una cosa.

-Tienes… tienes un chupetón.

Y pensó en lo estúpida que había sido la idea de pensar en él como Ashton, cuando estaba claro que él ya tenía su propia Natalie.

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Sé que lo mio no se puede perdonar, la verdad estoy aún con la convalidación que no tengo tiempo para nada. Lo siento de verdad. Si os canso decírmelo que cancelo la novela.

Aparte de esp espero que os haya gustado, porque he intentado hacerlo algo más... Interesante. Ideas para los comentarios [RECORDAD QUE TANTO AQUI COMO EN TWITTER @DreamCatcherL PODEIS COMENTAR Y HACERME FELIZ, que por cierto, sin un mínimo de comentarios que llegaron hace poco, no subo... ]:

-¿Qué pista o nueva info creéis que ha conseguido Harry? 
-¿Qué creéis que le pasa a Aeryn? ¿Lo que pasará en el siguiente cap? 
-¿Quién le ha hecho el chupetón a Harry? 
-¿De gustar, por qué os gusta esta novela? 

Y lo que se os ocurra, también ponerlo jajajaja gracias por viestra paciencia, OS QUIERO.

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