jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo Cuatro.




-¿A dónde quieres ir exactamente? – preguntó Harry mientras andaba, aún cogido de la mano de Aeryn, sin rumbo fijo.
-No lo sé.
-¿Quieres que te acompañe a casa?
-¡No! – dijo tan rápido que hasta Harry se asustó –. Yo… - soltó su mano de la de él, intentando buscar las palabras que decir – no quiero ir, es demasiado pronto para volver ahí.
-De acuerdo.

Anduvieron nuevamente sin rumbo fijo un rato, en total silencio. Aeryn pensaba en lo que le estaba pasando y en lo que significaría todo en conjunto. Harry por su parte pensaba por qué parecía estar tan nerviosa.

-¿Sabes? Puedes irte a casa, o de nuevo al club. Puedo estar sola.
-Eso ni loco.
-¿Por qué no?
-No voy a dejarte sola, de noche, un viernes, merodeando por las calles con cara de haber visto un fantasma.
-¡Disculpa, yo no tengo cara de haber visto un fantasma! – exclamó y sin haber estado buscándolo, se le escapó una risa.
-Ya no – La sonrisa de Harry se unió a la de ella, mostrando ambos unos pequeños hoyuelos que hacían de su cara parecer ser una cara de un bebé, uno al que te encantaría estirar de las mejillas -. ¿Puedo saber por qué has huido, por lo que yo sé, de tu mejor amigo?
-Es… - empezó – complicado.
-Sé que puedo aparentar ser estúpido, pero de verdad – apoyó su mano en el hombro de ella y la otra la colocó en su pecho, justo encima del corazón haciendo un gesto dramático – que es solo apariencia. A veces hasta entiendo cosas complejas – una sonrisa cansada dibujó ahora el rostro de Aeryn. Harry lo vio y pudo deducir que había pasado algo lo suficientemente grave como para quitarle las ganas de sonreír – Ven, vamos a sentarnos.

Aeryn ni siquiera se había percatado de que habían entrado en uno de los parques más famosos de Boston, el Boston Common. Miró atrás rápido, para asegurarse de que estaba en lo cierto y era aquel parque. Un cartel negro pequeño con forma recta y rectangular con un decorativo antiguo en forma de pico colgaba de un alto poste del mismo color. Aún estando lejos pudo leer: Boston Common founded 1634 con letras doradas en contraste.

Harry volvió a cogerle de la mano a Aeryn para así guiarla hacia uno de los bancos colocados frente al río que traspasaba el parque, conocido como el río Charles. Se sentaron en el banco en completo silencio y simplemente se dejaron maravillar por la preciosa vista que tenían delante. El suave fluir del agua en el río, el verde de la yerba extendiéndose por sus pies, los edificios mejor cuidados de todo Boston alzándose al otro extremo del río como si alguien los estuviera sujetando en alto para que parecieran aún más altos de lo que ya eran. Una de las mejores vistas que se podía encontrar ahí.

-Siento si te ha molestado que te lo preguntara – empezó de pronto Harry, sobresaltando a Aeryn -. Obviamente no tienes por qué contarme nada. Simplemente había pensado que podría ayudarte, ya sabes, lo de soltar lo que llevas dentro – sin saber realmente cuando, Harry notó que había empezado a jugar con sus dedos entrelazados, rozando suavemente los de ella como si le estuviera dando consuelo.
-No… no es eso. Es que aún no se lo he contado a nadie y todo va muy rápido y ni siquiera sé qué es lo que está pensando – dijo lo más rápido que pudo aguantando de pronto sus repentinas ganas de ponerse a llorar para que así él no la viera, pero aunque no llorara, él podía ver el brillar especial de sus ojos a la luz de la luna -. Ni siquiera sé en quién puedo confiar ya.
-Hagamos una cosa, para que veas que puedes confiar en mí. Yo te contaré algo mío, algo que llevo guardando desde siempre por miedo de que alguien hablara más de la cuenta o simplemente por miedo a lo que podría pasar si lo contara y luego tú, si crees que lo que te he contado se acerca en importancia o seriedad  a lo que te pasa a ti, me lo cuentas – Aeryn se lo pensó pero acabó por asentir -.
>> Bien… Yo tenía unos siete años cuando todo pasó. Mi madre y mi hermana me dijeron que se tenían que ir a hacer la compra que volverían enseguida. Un día normal yo hubiera tenido que ir con ellas pero me puse enfermo y apenas tenía fuerzas para mantener los ojos abiertos así que simplemente me acostó en la cama, me dio un beso en la frente, me pidió que me portara bien y que si necesitaba algo que la llamara, cogió de la mano a mi hermana y se fueron. Yo sabía que tardarían un par de horas, siempre tardaban muchísimo en comprar todo y al final siempre nos invitaba a unos helados – sonrió, lo cual le pareció muy tierno a Aeryn -. Había pasado alrededor de una hora y no conseguía dormir, estaba cansado pero no podía dormir. Me dolía mucho la cabeza, sentía como si alguien me la estuviera metiendo en el horno y de pronto oí cómo se abría la puerta principal.
>>Ojalá hubiera estado dormido, todo hubiera sido mucho más fácil – Aeryn lo miró confundida a lo que él siguió relatando -. Era mi padre, de eso no cabía duda así que me levanté de la cama, tenía ganas de verle y que me abrazara, que me dijera lo que siempre te dicen tus padres cuando estás enfermo o que me contara un cuento, simplemente con que se quedara sentado en la cama hasta que me durmiera me valía. Abrí la puerta de mi cuarto y oí unas risas. No había venido solo – tragó -. Había una chica con él y no era precisamente el tipo de chica a la que le presentas a tus hijos como tu mejor amiga, no. Era el tipo de chica que intentas esconder a todo el mundo. Era su amante. Mi padre, el cual yo creía que amaba a mi madre con pasión, le estaba poniendo los cuernos con una cualquiera en nuestra propia casa. No pude evitar preguntarme por qué la trajo a casa y caí en la cuenta que la casa siempre estaba vacía a esas horas, pues siempre nos íbamos.
>>Una semana después nos reunieron a Gemma y a mí en el salón y nos contaron que se iban a divorciar. Yo había decidido no decir nada a nadie, guardármelo como si hubiera sido una pesadilla, pero no lo era. Lloré, lloré como nunca antes la había hecho. Aunque solo tuviera siete años era muy consciente de las cosas, al menos eso era lo que todos me decían y siempre pensé que el amor era eso que brillaba en los ojos de mis padres cada vez que se miraban, el abrazo o el beso robado cada mañana antes de desayunar… Desde entonces no creo realmente que exista amor suficientemente grande o verdadero ¿sabes?
>>Nos mudamos aquí tiempo después, mi madre estaba nerviosa. Quería empezar de cero con dos hijos.
-No… no sé qué decir.
-No digas nada. Yo te he confesado algo que ni siquiera sabe mi hermana, puede que ni siquiera mi madre. Ahora cuéntame lo tuyo, veamos si confías en mí.
-Espera, ¿por qué me lo has confiado a mí entonces? Llevas más de diez años ocultándoselo a tu familia. A mí apenas me conoces. ¿Por… por qué? – Harry la miró, seguramente preguntándose lo mismo.
-No lo sé. He sentido que ciertamente podía contártelo a ti, no me preguntes por qué – rozó suavemente su brazo arriba y abajo – porque ni siquiera yo lo sé.

Aeryn cerró los ojos un momento ante la caricia de Harry y suspiró, intentado coger la fuerza de la cual carecía para contarle a Harry, un chico con el que solo había hablado dos veces, lo que no le había contado ni a su mejor amigo de toda la vida.

Lo miró un momento, pensando que quizá eso le ayudara a saber si podía confiar en él. Aunque ya se había fijado en su belleza en la anterior fiesta, tenía un toque especial aquella noche. Podría ser el paisaje que lo rodeaba, la luz de la luna que descansaba con suavidad en la piel blanca de él, haciendo que pareciera de mármol, frágil, al igual que lo había aparentando contando su relato. Sus rizos habían adquirido un brillo especial por la luz que le llegaba, haciendo que su mirada se oscureciera. Era una mirada calmada que parecía intentar descifrar lo que escondías.

No se lo pensó más veces, respiró hondo una vez más y se dispuso a contarle, al chico de los rizos rebeldes lo que no habías sido capaz de contarle a nadie.

-Todo empezó con el trabajo que nos mandaron en anatomía sobre buscar información sobre tus orígenes para así saber a qué enfermedades eres más vulnerable etc – Harry asintió, sin saber qué relación podría haber entre eso y lo sucedido con Thomas -. Y creía que estaba todo muy claro, solo tendría que ir a casa, pedir un par de expedientes clínicos y encontrar alguna foto de mi familia, mis abuelos, yo de pequeña… Solo hay un problema ¿cómo encuentras algo que jamás ha existido?
-¿Perdona?
-Siempre me dijeron que mis abuelos habían muerto cuando ambos eran jóvenes, que las fotos se quemaron en un incendio que hubo en mi anterior casa, la cual he estado investigando y ni siquiera existe. Claro que yo siempre creí que me decían la verdad, ¿por qué iban a mentirme? Así que el día en el que puso el trabajo, como no tenía nada que hacer, decidí buscar alguna foto, aunque no tuviera muchas, alguna tendría que haber. Busqué, busqué y busqué, pero nada, hasta que encontré una pequeña caja con combinación en el ático. Puse la combinación que mi madre siempre pone a todo y dentro había fotos. Había fotos de mis padres, de ellos con sus amigos, con sus verdaderos padres hasta había alguna foto mía – sonrió por no llorar – Empecé a reírme ¿sabes? Ver a tu madre con la ropa que se llevaba anteriormente, junto con tu padre, enamorados… Encontré una foto mía montada en un caballo, ni siquiera recordaba haberme subido jamás a ninguno puesto que mi madre los aterra pero aún así lo único que se me pasó por la cabeza fue “Mili”. Así se llamaba el caballo, ¿sabes cómo lo sé? Porque algo en mi interior me dice que fue mío.
>>Aún así no le hice mucho caso a aquella foto, fácilmente podría estar desvariando. Ya sabes, la niña que siempre soñó con su caballito. Así que seguí viendo fotos. Paré en una que me llamó la atención. Era yo recién nacida en brazos de una mujer a la que no se le veía la cara pero que dejaba ver su pelo rubio platino y un pequeño tatuaje recién hecho en la muñeca. Me entró curiosidad por saber quién era aquella mujer que, obviamente, tendría que conocer de algo. Di la vuelta a la foto – sacó de su bolso la foto que describía, la cual llevaba a todas partes -. Míralo tú mismo.
-“Aeryn y su madre. Lynn.”-leyó -. No lo entiendo.
-¿Has tenido alguna vez la sensación de no estar donde deberías? ¿De no saber realmente de dónde vienes? No tener nada en común con los que se hacen llamar tus padres, no conocer tu pasado. Porque yo ahora mismo sí – desvió la mirada de la de él, la sentía demasiado fuerte ante sus barreras. Una lágrima bajó por su mejilla -. Tenía un mal presentimiento, algo no iba bien desde hace una semana y no es la primera vez que lo he sentido. Llámame loca si es lo que piensas. Además todo lo que parecía tan real de pronto – alzó la mano al cielo cerrada y la abrió de golpe - ¡pum! Todo es mentira.

Harry le agarró la mano que había alzado al aire e hizo que se volviera hacía él, que aunque no quisiera enfrentarse a su mirada, seguramente lastimosa, lo tuviera que mirar. Puso una de sus manos con delicadeza a un lado de la cara de Aeryn y le limpió la lágrima que se le caía en aquellos momentos. Ella echó el peso de su cabeza a su mano, sintiéndose de pronto terriblemente cansada.

-No todo tiene por qué ser mentira Aeryn.
-Todo en lo que creía lo es – Más lágrimas empezaron a salir de sus ojos, incapaz de poder retenerlas más.
-Shhh, ven aquí – Harry la alzó y la colocó rodeándole con las piernas en el banco a lo que ella se sonrojó y él rió. Cogió su rostro entre sus manos y le besó la frente y quitó las lágrimas con las yemas de sus dedos -. Empieza a creer en otras cosas, crea una nueva realidad – Aeryn se rió, una risa algo irónica.
-¿Cómo puedo hacer eso? ¿En qué se supone que debo creer? – Harry apoyo su frente en la de ella.
-Cree en mí – apenas era un susurro.
-Apenas te conozco.
-Y aún así te conozco mejor que muchas personas.

Aeryn echó su cabeza al hombro de Harry y éste le abrazó la espalda como si su vida dependiera en ello. Aspiró su aroma y se acercó más al cuello, haciendo que sus labios estuvieran a pocos milímetros de éste.

-No sé si eso es bueno. Acabaré espantándote.
-Te insto a que lo intentes.
-¿Por qué? ¿Acaso quieres que lo haga?
-No, quiero que veas que no lo conseguirás. No conmigo.


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Bueno, quiero decir que hoy es mi cumpleaños y que por eso he decidido subirlo hoy, precisamente a las 1:31 am JAJAJAJAJA a mí sinceramente, me encanta este cap, me parece sincero, bonito... Pero lo importante para mí, ¿Qué os ha parecido a vosotras?
Como me gusta mucho este cap, os pediré GRANDES comentarios, como hago con los caps que me gustan jajajaja Os doy ideas para que desarrolléis:

-¿Qué os ha parecido la historia de Harry?
-¿Debería haber confiado Aeryn en Harry?
-¿Qué creéis que pasará ahora con Thomas? ¿O con todo en sí?
-¿Será Aeryn capaz de espantar a Harry? ¿O será Harry capaz de no dejar que lo espante?

PD: también soy gran fan de que cojáis vuestro extracto favorito del cap y me digáis por qué os ha gustado ese particularmente :)

IMPORTANTE

Recordad que si comentáis aquí, tenéis que poner @ y vuestro twitter para que yo sepa a quién tengo que twittear y avisar.

De verdad, muchas gracias por todo, un beso enorme :)

LOVE LOVE

lunes, 22 de julio de 2013

Capítulo tres.



Guardó la foto con cuidado en el bolsillo trasero de su pantalón. Todo lo demás lo guardó sintiendo de pronto temor hacia lo que había descubierto. Temor hacia las personas que se hacían pasar por sus verdaderos padres. ¿Quién era aquel hombre de entradas ya fijas de 46 años que se sentaba todos los días a su derecha? ¿Y aquella mujer que le llamaba hija y le hacía reír? ¿Eran sus padres? 

Notó algo húmedo recorrerle la mejilla. No se había dado cuenta hasta entonces que había empezado a llorar. Se sentó en el suelo de aquella madera vieja y sucia, apoyando su espalda contra la pared. ¿Qué estaba pensando? ¿Cómo podía cuestionarse si sus padres eran sus padres o no? Pasará lo que pasara, eran la gente que la había criado desde… desde… La cabeza empezó a dolerle una barbaridad. No sabía porqué pero sentía como si alguien le estuviera exprimiendo el cerebro. Pasase lo que pasase, ellos la habían criado desde que tenía uso de razón. Y como su padre siempre decía: “Si quieres saber algo o hacer algo, ve directo a él que si pierdes el tiempo, te lo quitan.” Así que solo tenía que ir directa a ellos y preguntar, ¿no? 

Una sensación en el fondo de su pecho decía que no, que no lo hiciera, que no era buena idea. Y sin saber por qué, pensó en la extraña sensación que había ido con ella desde la fiesta. El comportamiento de sus padres, la manera en que hablaban y sobre todo, la manera en la que le habían mentido. ¿Tendría todo una relación entre sí? 

Por primera vez desde que nació, se sintió completamente sola. Sola y asustada. Pensó que estaba exagerando la situación. Fácilmente podía ser una equivocación, o bueno, como mucho, sería adoptada. Adoptada. Sus verdaderos padres no la querían y por alguna razón aquella gente que la había criado sí. Definitivamente ellos eran sus padres. 

Se obligó a sí misma a pensar aquello y sonreír. La vida a veces te hace pasar por momentos difíciles, simplemente para saber si eres lo suficientemente fuerte y listo como para saber cómo llevarlos y es que, todos cargamos con una pequeña mochila invisible en la espalda. Una en la que guardamos todas las piedras que la vida nos ha estado poniendo en nuestro camino, para así no caer una segunda vez. 

~.~ 

Viernes. 

Por alguna razón que no era capaz de entender, Aeryn no había comentado nada a nadie. Llevaba consigo la foto de aquella mujer con tatuaje y pelo rubio platino siempre como si le sirviera de armadura y es que, por alguna extraña razón, se sentía más segura cuando lo llevaba. 

-Aeryyyyyyn. Aquí Thomas intentando contactar contigo. 
-¿Thomas? ¿Qué te pasa? 
-Que me pasa no. ¿Qué te pasa a ti? – preguntó y por primera vez en la historia, notó que sonaba algo molesto con ella. Thomas. El chico de la sonrisa brillante y palabras tranquilizadoras. Su amigo, su hermano, su confidente. 
-¿Por qué lo dices? 
-¿Yo? Por nada tranquila. Es que últimamente se me estará yendo un poco la cabeza. Ya sabes, tu mejor amiga se pasa una semana convertida en… yo qué sé, un árbol. Un árbol viejo y feo que ya no baila con el viento ni te susurra con sus hojas, no. 
-No entiendo por qué estás así. 
-Te pasa algo y no me quieres decir el qué cuando siempre me lo dices. No, yo tampoco entiendo qué es lo que me pasa. 
-Si sabes que me pasa algo, ¿no sería más lógico que preguntaras? 

La cara de Thomas se transformó. Se puso rojo de la rabia y notaba cómo estaba intentando controlar su respiración para así también poder controlar un poco se temperamento, su estado. 

-Llevo toda la semana haciéndolo Aeryn. 
-No mientas – Él respiró hondo. 
-¿Desde cuándo estoy aquí Aeryn? – dijo extrañamente calmado. 
-¿Te refieres aquí ahora? ¿Conmigo? – Asintió -. Pues no sé, ¿unos 10 minutos? 
-A eso es a lo que me refiero – Se dio la vuelta y se metió las manos en su pelo liso, desordenándolo -. Llevo aquí contigo más de media hora Aeryn. 
-¿Qué dices? – preguntó atónica. 
-¿Sabes si quiera en qué día vives? 
-Thomas yo… 
-No, ni lo intentes. 

Y con eso, se marchó. 

Pensando en todo el tiempo que había conocido a Thomas, Aeryn se dio cuenta que era la primera vez que sonaba realmente decepcionado con ella. En realidad, era la primera vez que habían discutido seriamente, aunque apenas pareciera una discusión real. Normalmente sus peleas solían acabar con uno en la casa del otro, viendo una película vieja y cocinando palomitas. 

Respiró hondo y miro a su alrededor. La gente corría de un lado para el otro por los pasillos, al menos para ella, que se había quedado ahí de pie, quieta, como si de una estatua se tratara. Las risas y los susurros entraban por sus oídos, miradas sin importancia se quedaban fijos en ella. De pronto se sintió extrañamente agobiada. 

¿Había estado realmente ausente toda esa semana? – se preguntó a sí misma. Según parecía sí. Todo estaba cambiando, hasta su visión de ver las cosas. Sus padres no eran sus padres y parecían no tener intención de decírselo nunca. Thomas se había enfadado con ella porque, por algún motivo que ella desconocía, su subconsciente le decía que no confiara en él. 
Definitivamente, estaba hecha un lío. 

~.~ 

“¿Sabes si Thomas irá a la fiesta?” – mensaje enviado. 
“Conociéndole sí. ¿Cómo es que no se lo preguntas tú personalmente?” – contestó Nicola, un amigo. 
“Se ha enfadado conmigo…” 
“¡¿Qué?! Pensé que eso era imposible.” 
“Lo mismo pensaba yo.” 
“Supongo que te veo ahí entonces :) “ 
“Ahí nos veremos :)” 

Conociendo a Thomas, iría a la fiesta. Cualquier escusa para salir de su casa, beber, bailar y ligar era suficiente para que moviera su culo, se preparara un poco y saliera. Y aunque ella no tuviera ganas de ir, quería pedirle perdón visto que sus intentos de contactar con él habían sido inútiles. 

Se levantó y se miró en el espejo. Cogió un vestido negro algo más ceñido de lo que ella solía llevar que le regaló el mismo Thomas en su pasado cumpleaños y que había sido abandonado en el armario desde entonces. Pensó que sería una buena manera de acercarse a él. Con el vestido puesto Aeryn pudo ver claramente un vestido que hacía ceñido astutamente pensado para ella. Sus pequeños pechos parecían más grandes con el escote en punta que tenía, sus caderas se escondían un poco por la segunda tela que cubría el vestido que salía desde un tirante, ancho, y terminaba en el otro lado de la cadera, creando así un vuelo, un efecto visual. El corte terminaba por sus rodillas y añadió a ese conjunto unas sandalias con algo de tacón, un bolso plateado con pendientes a juego. Se maquilló los ojos oscuros que hacían que sus ojos parecieran los ojos de un gato, iluminado por la bella luz de la luna cada noche. 

Salió de casa advirtiendo a sus padres que llegaría tarde y puso rumbo al club nocturno en el que se celebraba la fiesta. Entró. Las paredes a rayas blancas y negras hacían que la habitación pareciera aún más grande de lo que era. Había un escenario en el que pinchaba un DJ y una barra apenas visible por la cantidad de adolescentes que trataban de pedir algo a los dos únicos camareros. A lo lejos vio el pelo color avellana de Thomas, pero al acercarse pudo darse cuenta de que no estaba solo. Hablaba con un hombre algo mayor que ellos. Lo único que pudo escuchar fue: 

-Lo intento ¿vale? Pero ya no confía en mí, no sé por qué. Hablaré con ella. Volveré a ser su querido amigo Thomas. 

Algo en el pecho de Aeryn le decía que tenía que irse de ahí cuanto antes. Le empezaba a costar respirar. Siempre le pasaba cuando se sentía insegura. Se dio la vuelta e intentó pasar por el montón de personas que bailaban en mitad de la pista por la cual había que pasar para salir de ahí. La empujaban, hasta le pegaban sin querer o le metían codazos, otra de las razones por las cuales no solía salir de fiesta. 
Ya estaba a punto de alcanzar la puerta cuando alguien la empujó hacia un lado, cayéndose encima de alguien. 

-Lo… lo siento – dijo como pudo. 
-¡Aeryn! – vio correr a Thomas hacia ella -. Aeryn, ¿estás bien? 
-Tú estabas enfadado conmigo… - empezó a decir ella como si eso explicara algo. 
-Bueno, sí ¿pero qué más dará eso ahora? 
-Me quiero ir de aquí. 
-Vámonos entonces. 
-No quiero irme contigo – no pudo creerse que ella hubiera dicho aquello, pero lo había dicho.  
-¿Qué… qué dices? 
-Yo te acompaño – dijo en aquel momento el chico con el que se había chocado y Aeryn reconoció su voz. 
-Perdona pero – empezó Thomas, algo enfadado - ¿tú quién cojones eres? 
-Soy Harry, Harry Styles y con tu permiso o sin él – Aeryn notó cómo agarraba de su brazo – voy a acompañarla fuera. 
-Aeryn… - su voz sonó como una petición, un susurro suave. 
-Por favor Harry, sácame de aquí. 

Harry bajó su mano del brazo de ella hasta su mano, entrelazando sus dedos con los de ella y la empujó con él hacia la salida. 
Por primera vez en aquella semana, Aeryn se sintió protegida. Miró sus manos entrelazadas cuando ya era capaz de sentir el frío de la calle chocar contra su piel y sonrió al igual que hizo él al ver su sonrisa. 

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Sinceramente, este capítulo sé que no es nada bueno, pero no sabía realmente qué escribir para seguir la historia cómo yo la había pensado, así que lo siento. Igualmente espero que no os haya defraudado mucho y como no, en el siguiente capítulo habrá mucho Aeryn y Harry para vosotras jajajajajaja 

Espero que no os haya perdido tan pronto, de verdad que lo espero porque si realmente os estoy aburriendo prefiero que me lo digáis y así volveré a escribir la típica fanfinc de toda la vida. 

Un beso preciosas, recordad que pase lo que pase, Harry siempre estará ahí (?) JAJAJAJA

lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo dos.

-¿Cómo es que te mudaste aquí? – preguntó Aeryn.

Harry y ella habían salido al pequeño jardín que rodeaba la casa de los Lauper llevando con ellos un par de vasos que iban tomando cada poco mientras miraban las luces de la ciudad a lo lejos. Se habían sentado en un pequeño quiosco hecho de madera blanca que había sido decorado por la mano de un experto jardinero con un tipo especial de flor blanca cuyas ramas y hojas se alzaban y se entrelazaban con la madera mientras crecían cada día un poquito más para arriba, como si quisieran llegar a tocar el cielo.
¿Era posible llegar a tocar el cielo? Aeryn echó la cabeza una vez más hacia atrás, admirando las estrellas tan brillantes que se podían ver aquella noche de octubre. Muchas veces se había preguntado si aquello era posible, si realmente se podría o, mejor dicho, en qué consistía realmente tocar el cielo. ¿Era necesario subir muy alto para tocar el cielo? ¿O se podría tocar el cielo estando en tierra?

-Un día mi madre vino nerviosa de trabajar. Dijo que la habían ascendido pero que para ello había que mudarse. Jamás entendí por qué venía tan nerviosa. Lo único que sé es que a la de dos días estaba metido en un avión rumbo a Boston.
-Sería por otros motivos.
-Eso pensé yo pero jamás dijo cuales. Ni siquiera admitió jamás que estuviera nerviosa.
-Supongo que a una madre no le gusta que sus hijos piensen que está nerviosa. Quizá los nervios se debieran a la mudanza, o al avión.
-Dudo que fuera por el avión. Siempre está volando de un sitio a otro – Tomó un trago de su vaso lleno de Martini con coca-cola.
-¿Cómo se siente estar metido en un avión? – suspiró-. Quiero decir, ¿es tan alucinante como dicen que es?
-¿Jamás has subido a uno? – ella negó con la cabeza. Harry tomó aire y siguió hablando como si estuviera perdido en sus recuerdos, con los ojos cerrados -. Todo depende de cada persona claro, hay gente a la que le asusta, otra a la que le encanta, otra que jamás se ha subido a uno – sonrió- y otra que se monta en un avión tantas veces que el simple hecho de sobrevolar la tierra no le altera lo más mínimo. A mí me encanta. Ese subidón de adrenalina cuando notas que los motores se ponen en marcha. La sensación de estar subido a una montaña rusa cuando empieza a levantar su torso para arriba, como cuando estás esperando la subida de una gran caída de la montaña rusa, esos segundo que se te hacen tan largos y tan cortos a la vez. Mirar por la ventana mientras todo se hace pequeño a tus pies.
-Tal como lo dices suena mejor incluso de cómo lo venden - El chico rió hacia su comentario dejando ver de nuevo sus dos preciosos hoyuelos.
Aeryn había estado observándolo mientras hablaba, aprovechando que tuviera los ojos cerrados. La forma en que sus rizos caían por su cabeza, empujados hacia atrás en un intento de que no le molestaran en la cara. La forma en que uno de ellos había conseguido escapar y dibujaba una perfecta espiral parecida a una escalera de caracol que terminaba justo al empezar el ojo cerrado. Esa pequeña línea cerrada por la que salían largas y onduladas pestañas oscuras que daban más profundidad a su mirada cuando ésta estaba abierta. Su nariz gruesa y ancha que hacía conjunto con sus labios algo carnosos de color rosado. El labio superior se escondía hasta convertirse en una fina línea cada vez que hablaba y al sonreír su cara mostraba una expresión despreocupada.

Por primera vez desde que lo había visto entrar por las puertas de su colegio Aeryn pensó que Harry realmente era atractivo. No de ese atractivo artificial que te impulsa a querer quitarle la camiseta y, algo sonrojada pensó, incluso algo más. No. El atractivo de Harry era completamente diferente. Era guapo, sí, pero era la forma que tenía para moverse, su sonrisa despreocupada, su actitud abierta, al menos aquella noche, que le ofrecía lo que le parecía realmente atractivo a Aeryn. Y es que la belleza artificial se pierde con la edad, o con un accidente, pero la belleza de verdad perdura una vida entera.

-¿Quieres bailar?
-¿Dónde? ¿Aquí?
-Si quieres podemos entrar dentro.
-No, no. Aquí está bien supongo.

Y así sin más preámbulos se levantaron y dejaron que el pequeño susurro de la música que provenía de la fiesta les acompañara sus suaves pasos meciéndolos como si de un pequeño bebé se tratase. Dejando que su suave sonido de mensaje oculto les entrara por los oídos y saliera por los pies.

~.~
Lunes. Aeryn se levantó, como siempre hacía entre semana, a las 6:00 am. Sus deportivas azules de color chillón descansaban en una esquina de su habitación morada contrastando con todos los demás colores vivos que adornaban el grandioso mural estilo collage que ella misma había pintado aquel verano en el que, a falta de no tener nada que hacer, empezó a hacer de todo.

Se levantó con un ágil movimiento y se puso unas medias largas negras especiales para correr junto con una camiseta de un tacto suave y elástico color azul a juego con las deportivas. Sacó su Ipod del primer cajón de la mesilla negra y se puso la música.

Respiro hondo antes de salir fuera y enfrentarse al frío matinal de Boston que a mediados del día se convertiría en una brisa calurosa y agradable. Bajó toda la calle cuesta abajo de Charles Street y se metió por una de las callejuelas que conducían a la calle Beacon Hill.

De nuevo aquella sensación – pensó. La misma que había tenido la noche de la fiesta cuando, al bailar con Thomas, sentía que algo estaba fuera de lugar. Se convenció a sí misma que estaba delirando y dio vuelta atrás para volver a casa. Subió las escaleras hasta su cuarto a grandes saltos y se metió en la ducha. Se secó, se vistió con el primer conjunto que le pareció aceptable y bajo, ya con la mochila a cuesta, a desayunar.

-¿Has ido a correr? – preguntó su padre.
-Hola a ti también – contestó cansada. Siempre era igual. A su padre no le interesaba para nada la forma trivial que tenían las personas para llegar al grano. Él siempre decía: “Si quieres saber algo o hacer algo, ve directo a él que si pierdes el tiempo, te lo quitan.” – Sí, sí he ido. Como siempre hago, como siempre he hecho.
-Bien.

Todo lo demás transcurrió en completo silencio. En un momento dado su madre le lanzó una naranja con rapidez y ella, sin ni siquiera esperárselo, la cogió en el aire cuando está estaba a punto de darle en la cara.
Su madre se disculpó diciendo que no se había dado cuenta de la fuerza que había usado y se marchó a recoger. Aeryn ya estaba acostumbrada. Su madre tenía algún tipo de enfermedad por la cual era incapaz de calcular la fuerza que usaba. Gracias a ello, desde pequeña había agudizado sus sentidos a manera de escudo.

~.~

-¿Qué tal anatomía? – preguntó una voz a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio a Thomas sonriéndole como siempre hacía, haciendo que sus ojos se achinaran y se le formaran pequeñas arrugas alrededor.
-Aburrido como siempre. ¿Algebra?
-Dentro de poco me volveré disléxico – Ambos rieron ante su ocurrencia-. ¿A ti también te han mandado hacer un estudio sobre tu pasado familiar y juventud?
-Sí. Realmente no le encuentro sentido. ¿Para qué quiere saber John cómo era de pequeña? Lo demás lo entiendo, entiendo la relación que pueda haber entre mi pasado familiar y mi salud concorde a ello.
-Ya sabes que es raro. Además, siempre le has interesado más de lo normalmente permitido. Seguro que ha puesto este trabajo para tener imágenes tuyas.
-Eso es enfermizo.
-Tú piénsalo.
-Estás enfermo.
-No tanto como él lo está por ti.
-Oh vamos Thomas, tiene 20 años más que yo.
-¿Y? Eres mayor de edad. Ya nada le impide…
-¡Cállate! ¡Me estás dando asco!

El profesor John era su profesor de anatomía. Vestido muy juvenil era un hombre de unos 40 años que sabía cómo mantenerse en forma. Sus deportivas DC, vaqueros anchos atados a la cintura – gracias a dios – y sus polares de colores eran lo que más llamaba la atención a la gente. Pelo rubio liso, siempre para atrás, y gafas que tapaban gran parte de su rostro.
Aeryn volvió a casa y fue hacia la puerta de la cocina por la cual podía escuchar a sus padres hablando.

-Están cerca – Escuchó la voz de su padre.
-¿Cómo puedes estar tan seguro? – Escuchó esta vez a su madre. En su voz se podía notar un pequeño toque de angustia.
-Lo presiento. Algo no va bien.
-¿El qué no va bien? – preguntó ella entrando a la cocina. Ambos papá y mamá se asustaron ante su aparición, aunque ella lo asoció al hecho de no haber sido escuchada.
-Nada cariño, cosas de la fábrica.
-Están cerca – imitó la voz de su padre -. ¿Quiénes?
-Tu curiosidad acabará matándote – le reprochó su madre.
-Lo sé, lo sé. Y el día en que lo haga me acordaré de ti pero hasta entonces, ¿quién anda cerca?

Sus padres se miraron un momento como si estuvieran acordando mentalmente qué decir, como si la telepatía fuera real.

Aeryn los miró confusa. ¿Qué estaba pasando ahí?

-Los “enemigos” nos están haciendo la competencia. Dentro de poco abrirán una nueva fábrica junto a la nuestra y se estima una bajada grave en la compañía.
-Ahh – dijo ella sin saber realmente qué decir tampoco, porque estaba segura de que la habían mentido.
Dio media vuelta y se puso a buscar fotos de ella de cuando era pequeña. Tenía una hora hasta que la comida estuviera lista y de vuelta al no tener nada que hacer, hizo eso. Ella ya sabía que sería bastante complicado encontrar nada visto que su anterior casa, según le había contado su madre, se había incendiado haciendo que gran parte de sus memorias desaparecieran con el fuego. Miró los álbumes de fotos que guardaban en el salón encontrando solo un par que fueran útiles para ella, de cuando tenía 6-7 años, pero necesitaba fotos incluso de cuando era bebé.
Subió a la segunda planta y empujó la escalera que se escondía en el tejado hacia abajo, haciendo que pudiera subir al desván. Su casa siempre estaba ordenada a la perfección y cada vez que su madre veía algo que era completamente innecesario estar enseñándolo por la casa, lo subía allí por lo que le pareció de lo más inteligente subir a investigar ahí.

Todo estaba oscuro y medianamente sucio. Encendió una pequeña bombilla que colgaba de una de las vigas de madera que sostenían el tejado y empezó a buscar. Encontró muñecas, ropas, viejos trofeos de su padre pero ni rastro de ninguna foto. Siguió buscando hasta que se paró al encontrar una pequeña caja con combinación escondida tras unas viejas revistas. Eran cuatro dígitos. Por la decoración floral que cubría la caja dedujo que se trataba de una propiedad de su madre. Siempre usaba la misma contraseña para todo: 0208. Obvia. Abrió la caja y encontró, con mucha suerte, montones de fotos del pasado de su madre, los cuales también le eran útiles.

Empezó a reír mientras veía, con rapidez, las diferentes poses y ropas que lucía. Hasta que se paró en el comienzo de una nueva hilera de fotos, las fotos de un bebé y de una niña de unos 4-5 años. En todas las fotos solo aparecía ella, en los columpios, en la playa, hasta montada en un gran caballo negro. Uno alto que parecía veloz y fuerte. “Mili” – pensó al instante. Sonrió para sí misma y siguió mirando las fotos. Cada foto que pasaba se adentraba más en los años, era como ir hacia atrás en el tiempo.

Paró en una foto que le llamo la atención. Era ella, de eso no le cabía duda alguna puesto que era el mismo bebé en todas las fotos. Estaba envuelta en los brazos de una mujer, aunque no se le viera la cara, notoriamente joven. De los hombros podía ver el rubio platino de su pelo liso caer hacia delante, hasta llegar a tocar uno de los brazos del bebé que parecía estar jugando con su pelo. Miró su muñeca y vio que tenía un tatuaje, unas letras. Ponía “ R.F “ en cursiva y podía verse que era reciente por el tono rojo de la piel alrededor de ésta.

Dio la vuelta a la foto, con curiosidad – la que siempre tenía – para ver si venía alguna información de la chica que la sujetaba que de algún modo, ella conocía. Sintió como se le helaba las sangre por las venas cuando leyó: “Aeryn y su madre. Lynn.”
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Sé que no es gran cosa, pero os recomiendo que os quedéis con la información que os he proporcionado en este capítulo que además, es largo.
Estoy bastante contenta con el número de personas que parecen estar dispuestas a ayudarme a cumplir mi sueño de llegar a más, espero que me ayudéis durante todo el camino a decir verdad.
Contestar: ¿Qué creéis que pasará? ¿Os parecen monos Harry y Aeryn?

Un beso a todas, gracias. Os quiero mucho ^