jueves, 23 de enero de 2014

Capítulo trece



Después de aquel momento que a Aeryn le pareció exageradamente corto intentaron planear cómo hacer que sus padres la dejaran marchar en navidades, época familiar. Aunque claro, ella llevaba ya unos cuantos años sin pasarlos en familia. No recordaba haber pasado ningunas navidades en familia, todo recuerdo había desaparecido.

-¿Cómo puedo hacer que lo hagan?
-Olvida.
-¿Perdona?
-Olvida todo lo que has descubierto. ¿Somos adolescentes no? Di que las hormonas te han jugado una mala pasada, que estás perdida y que no sabes qué te está pasando. Compórtate como si no supieras nada.
-No puedes estar hablando enserio.
-Jamás he hablado más serio.
-No puedo hacerlo Harry – lloriqueó ella.
-¿Quieres terminar con esto? – Aeryn asintió -. Entonces tendrás que hacerlo.

No había podido dormir. En su mente seguía pensando en lo que tendría que hacer y todo lo que podría salir mal y seguramente fuera a salir mal. ¿Cómo iban a dejarla ir en navidades? ¿¡Con Harry!? Si le odian. Aunque claro, ella va con “Gemma”.

Se movía de un lado a otro en su cama, pensativa y angustiada, planeadora y asustadiza. Idealizaba escenas en las que sus padres siempre le decían que no. En una de ellas su padre la llamaba loca y le decía que era la decepción más grande que tenía, en otra, era su madre la que actuaba pero no con palabras precisamente. Se retorció. Solo conseguía pensar escenarios negativos en los que siempre acababa dañada hasta que de pronto otro pensamiento entró en su cabeza, quizá siendo aún más dañino que los anteriores. Su cabeza recreó a la perfección la escena en la que Harry la acorralaba en la pared y se acercaba a ella para hacerla callar, pero lo modificaba un poco. En vez de hablar… digamos que se le era imposible pensar en una conversación en aquella escena con Harry.

Se pegó en la cabeza. Era una pequeña inocente ilusionada que soñaba despierta con los labios de Harry. Pero eso era imposible. Harry jamás sentiría nada por ella y lo que era aún más importante, ella no sentía nada por él.

Su despertador volvió a sonar a la hora prevista. Lista para apagarlo y seguir durmiendo recordó la conversación que tuvo con Harry, tenía que hacer como si no pasara nada. Pues la verdad sí que pasaba y en ese preciso momento aún más, le pasaba que tenía que ir a correr y no le apetecía en absoluto.

Se levanto con pesar de la cama y se vistió con su ropa de deporte. Ya era invierno y su camiseta de tirantes había sido sustituida por una camiseta térmica y sus medias cortas por medias de corredor largas. Sus zapatillas azules seguían siendo las mismas.  Salió de su cuarto en silencio para no despertar a sus padres, cogió un vaso de agua, bebió y después salió a la calle enfrentándose a la fría mañana que Boston le ofrecía, casi como queriendo reírse de ella.

Cerró los ojos, respiró con fuerza y de pronto se encontraba rumbo a ninguna parte en particular. Su mente, la cual por algún castigo divino no podía parar de pensar, le estaba jugando una mala pasada. Empezó a analizar cómo haría todo, paso a paso. ¿Cuál era la debilidad de sus padres? La de su madre, verla mal a ella, siempre que Aeryn se encontraba mal o estaba triste, su madre lo pasaba mal. Perfecto porque, ¿cuál era la de su padre? No, no era ella misma, era su madre, Margarett. Era un círculo vicioso, si ella se encontraba mal, su madre se encontraría mal y por consiguiente, su padre. Así que ahora mismo su mejor arma era ella misma.

De vuelta a casa empezó a pensar a razón por la que “estaría mal” sin ser la razón aparente, que era la que intentaba ocultar. Odiaban a Harry ¿no? Pues ya tenía una buena baza en su mano, aunque odiarían aún más a Harry.

Llegó al portal de su casa y paró. Era el momento. Aprovechó su exagerado conocimiento de fisuras, torceduras y derivados por sus clases de anatomía avanzada y se preparó. Esperaba ser mejor actriz de lo que imaginaba, aunque lo de ocultar sus sentimientos normalmente, si así lo quería, se le daba muy bien.  Dejó sus ojos secándose demasiado tiempo, no cerrándolos para parpadear, y empezó a llorar. Perfecto. Entró en casa.

Lo primero que vio Aeryn fue el salón y luego las escaleras. Cojeó hasta ellas sin hacer caso a sus padres, que preocupados miraban cómo su hija lloraba y caminaba con dificultad. Siguió obviando las miradas que le dirigían hasta que al final, hacía la cuarta escalera, su madre no pudo resistirse más.

-Mi vida, ¿qué te ha pasado?
-No me pasa nada, jamás me pasa nada, nunca debió de pasarme nada – dijo sonando todo lo dura que podía aunque dejando notar en su voz el dolor tras aquellas palabras.
-Aeryn, pequeña…
-¡Ya no soy tan pequeña mamá! – su madre se sorprendió al escuchar que volvía a llamarla así -. ¡Ya no soy pequeña y lo odio! – se derrumbó contra las escaleras, sabiendo que su madre subía por ellas y que su padre, aún inmóvil, veía la escena desde la silla de la cocina. Margarett se agachó a la altura de su hija y apoyó sus manos en sus rodillas.
-¿Qué te pasa Aeryn?
-¡No lo sé! ¡Lo odio! ¡Estoy cansada! – lloró con más fuerza, dejándose llevar por sus sentimientos, los cuales en aquel momento no mentían -. Lo odio mamá, solo quiero volver a ser pequeña, a reírme sin motivo, a divertirme con un globo en un parque y ahora ni siquiera puedo andar bien. No puedo volver atrás mamá, no quiero crecer, quiero seguir siendo feliz.
-Mi amor… - Aeryn notó cómo su madre luchaba contra las lágrimas, reteniéndolas -. Ven, voy a ayudarte y me cuentas que te ha pasado ¿si? – la abrazó – Tranquila Aeryn, mi chiquitina…

Y por extraño que se había convertido su relación con su madre, fue como hacer lo imposible, se dejó llevar atrás en el tiempo, dejó su odio hacia ella a un lado y se dejó mecer bajo sus brazos. A la de un rato su madre hizo ademán de levantarse y después la ayudó a ella. Aeryn sin olvidarse de que estaba lesionada, siguió con la actuación y aceptó la ayuda que le ofrecían. Margarett la ayudó a sentarse en la cama y cogió, con sumo cuidado, el “lesionado” pie de ella. Le quitó, también con un cuidado excesivo, la zapatilla del pie y empezó a apretar por diferentes sitios para saber qué tenía mal. Cuando su madre apretó en el hueso del tobillo, debajo de éste, Aeryn dio un vuelco intencionado.

-Uff… ¿puedo preguntar qué te ha pasado?
-Ya lo has hecho – Aeryn miraba por la ventana, sin mirar a su madre, intentando aparentar que estaba pérdida en sus pensamientos, lo cual tampoco era del todo mentira -. Estaba corriendo, como siempre, cuando de pronto un adolescente en bici se ha acercado a mí, como si fuera a atropellarme, para darme un susto. Estaba tan perdida pensando en… pensando en… - volvió a llorar – que no me he dado cuenta hasta el último momento y entonces me he apartado con rapidez y me he caído.

Su madre se quedó callada, analizando las palabras. Después se levantó de la cama y fue hacia el cuarto de baño, de donde trajo una pomada y unas vendas. Empezó a ponérselo con cuidado y Aeryn trató de tensarse cada vez que la venda tocaba la zona afectada. Esperaba con ansia lo que sabía que su madre se moría por preguntar.

-¿En qué estabas pensando?

Aeryn cogió aire con fuerza.

-En que soy tonta mamá. Jamás me dijiste lo difícil que era ser adolescente, jamás me advertiste mamá – volvió a llorar con fuerza, desahogándose -. Y ahora sé lo que es crecer y no me gusta, no me gusta cómo he tenido que aprender a ser mayor. No me gusta lo ilusa que he sido. No me gusta cómo por tan poco he fastidiado tanto y no me gusta saber que voy a tener que vivir con eso toda la vida. No me gusta.
-Mi amor… tú no eres tonta – se acercó, se sentó a su lado y la rodeó con su brazo mientras una lágrima conseguía escaparse de sus ojos -. ¿Qué es lo que en verdad te ha pasado? ¿Cómo…? ¿A qué te refieres con que has tenido que aprender a ser mayor?
-Me odiarás. Me odiarás más de lo que ya he hecho que me odies.
-Yo jamás podría odiarte. Eres mi pequeñita, mi vida, mi sol.
-La he fastidiado mamá. Tanto contigo, como con papá, como con Thomas. La he fastidiado. La he fastidiado por nada.
-Explícate pequeña e intentaré ayudarte.
-Te vas a reír de mí.
-Eso nunca es malo, mientras tú también te rías conmigo.
-Harry.
-¿Harry? ¿El chico que estuvo en casa?
-Sí… Me… me enamoré mamá. Jamás me había pasado, jamás me había gustado nadie y luego apareció él con su perfecta sonrisa, sus hoyuelos, sus rizos rebeldes y sus palabras de sonidos melódicos pero faltos de sentimiento y… caí. Empecé a alejarme de todo el mundo, Thomas se enfadó conmigo, yo me enfadé con él y el mundo entero que me rodeaba. Empecé a alejarme de vosotros y a acercarme más a él sin saber que él solo lo hacía por divertirse y yo fui tan tonta de no darme cuenta mamá. Fui tan tonta… creía que todo lo que había hecho tenía su lógica, una justificación y no la tiene y he hecho que todo el mundo se enfade conmigo – esta vez fue ella la abrazó a su madre.
-¿Te ha hecho hacer algo que tú no querías?
-No. No le he dejado, yo no quería – sus lágrimas se habían convertido en llantos. Se le hizo raro ver lo bien que le salía todo -. No quiero estar aquí mamá, mis amigos me odian y sé que él está por aquí cerca. No quiero estar aquí, ando un paso y me duele, no por el pie, sino porque todo me recuerda a él.
-¿Y a dónde quieres ir?
-Lejos.
-Cariño, tu padre y yo ahora mismo no podemos irnos.
-¿Y en navidades?
-Seguimos trabajando, estamos llenos.
-Pero… da igual. Os esperaré en casa.
-¿Qué ibas a decir?
-Una amiga me invitó a mí y a unas chicas de su clase a su pueblo pero no espero que me dejéis ir.
-¿Quién es tu amiga? ¿Cuál es su pueblo?
-Se llama Gemma, es algo mayor, de un par de cursos más pero siempre me llevé bien con ella y su pueblo… sé que me lo dijo pero no me acuerdo bien… ¿podría ser Winchester?
-Hablaré con tu padre. Igualmente él y yo apenas podremos estar en casa y si realmente te está pasando eso… o mi amor… cómo no me di cuenta… -Le dio un beso en la cabeza -. Soy la peor madre del mundo.
-No, eres lo contrario, eres la mejor. No sé cómo puedes seguir hablándome.
-Porque te quiero.

Su madre se levantó y la dejó en la cama, sabía que hoy le dejaría quedarse en casa, siempre que estaba medianamente mal se quedaba. También sabía que ahora mismo tenía una buena baza para que la dejasen y no podía desperdiciarla así que aunque sus palabras le causaran acidez en la garganta, tomó todas sus fuerzas y dijo:


-Yo también te quiero mamá.

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Sé que no es mucho, pero tenía que pasar. Siento haber tardado, mi vida es un desastre ahora mismo, creerme, ha sido el peor comienzo de año de todos los tiempos.

En fin, que no os quiero aburrir.

-¿Qué os ha parecido?
-¿Qué pensáis sobre Areyn? ¿Sobre lo que ha hecho¿ ¿Hubierais sido vosotras capaces? ¿Se os habría ocurrido?
-¿Creéis que la van a dejar ir?
-¿Qué es lo que más os ha gustado, si es que os ha gustado algo, de este capítulo?
-¿Qué creéis que va a pasar ahora?
-¿Todo lo que ha dicho Aeryn sobre sus sentimientos y Harry... era mentira?

AHORA SÍ QUE SÍ, EL PRÓXIMO CAPÍTULO, (voy a adelantar algo la historia, espero que no os importe, lo veréis próximamente) SI CAE EL QUE YO CREO QUE VA A CAER, OS ENCANTARÁ. Aunque... no sé cuándo podré subirlo, porque dentro de poco empiezo exámenes YUJJUUUUUU

OS QUIERO PRECIOSAS.

lunes, 6 de enero de 2014

Capítulo doce



Volvían a estar sentados en una de las butacas que había en aquella encantadora tienda llamada Charles Chocolate. Sus dos tazas, colocadas en la mesa mientras esperaban enfriarse, lucían aquel precioso color marrón del chocolate y olían a pura maravilla.

Harry se había sentado justo delante de ella. Hablaba sobre algo que ella no conseguía escuchar. Sabía que estaba mal pasar de tu amigo cuando te estaba contando algo pero se le era imposible centrarse en nada, estaba inmersa en sus pensamientos, en aquel beso. Jamás había pensado en Thomas como alguien atractivo para ella. Bueno, atractivo era, era obvio con aquellos ojos y aquel pelo avellanado, altura y musculatura… aceptable. De pronto Harry pasó a un segundo plano, ya ni siquiera le veía mover los labios, ni siquiera veía aquel precioso local. No, estaba en otro mundo, por primera vez se daba cuenta de ello. Todo a su alrededor se había convertido en negro, estaba ella sola en un lugar completamente oscuro en el que solo se distinguían sus pensamientos. Era un lugar infinito, nunca terminaba.

Se asustó. Jamás había llegado tan lejos en cuanto a perderse en su mundo. No conseguía ver a Harry, ni oírle, nada. Se sentía perdida en un laberinto del cual no sabía salir.

-Wow – profirió Harry.

Aeryn no se había dado cuenta pero en su mano levantada se encontraba una de las galletas que habían comprado para acompañar el chocolate. Supuso que Harry se lo había lanzado al ver que no le estaba prestando atención, al ver que se había vuelto a perder en sí misma. Seguramente pensó que así, con una sorpresa, volvería a despertar y situarse junto a él en aquella tienda.

-No sabía que estuvieras atenta a nada.
-No lo estaba.
-¿Entonces cómo has conseguido parar la galleta?
-Es un sexto sentido que desarrollé cuando era pequeña – Aeryn miró a Harry, el cual seguía mirándola impresionado -. Ya sabes que mi madre tiene cierto problema. Cuando me lanzaba las cosas, ya fuera porque jugábamos o porque llegábamos tarde a alguna parte solía hacerme daño así que desarrollé este tipo de defensa. Jamás pensé que lo hiciera tan bien.
-¿Sabes hacer alguna otra cosa que desconozca?
-Nada especial. Al menos no se me ocurre nada.

Se quedaron callados un momento. Aeryn le daba gracias mentalmente a Harry por haberla despertado de su pequeño trance mientras que él seguía pensando lo alucinante que resultaba lo que ella podía hacer.

-¿En qué estabas pensando? – preguntó Harry, rompiendo el breve descanso que se había creado.
-No… no lo sé.
-Oh venga Aeryn. No me estabas haciendo ni caso porque volvías a estar perdida en tus pensamientos, por lo cual, en algo pensabas – afirmó. La verdad es que había poco espacio para dudas con aquello.
-Va enserio Harry, no… no sé en lo que pensaba y de pronto ha sido como si me perdiera.
-¿Vuelves a tener secretos Aeryn? – esta vez sí que preguntó, aun estando bastante seguro de la respuesta.
-Todo el mundo tiene secretos.
-¿Sobre el tema que abarcamos ambos?
-Es un tema que en sí solo me abarca a mí.
-Vuelves a la defensiva – suspiró -. Genial – se levantó de su asiento y no se molestó en mirarla cuando siguió hablando -. Me voy Aeryn. Estoy cansado de que no confíes en mí. Cansado de no saber si mañana me odiarás, si seré como tu hermano y me contarás todo, si seré tu mejor amigo o si me mirarás con completa desconfianza, como estás haciendo ahora mismo. Decídete Aeryn, porque no pienso estar teniendo que cambiar mi actitud hacía ti todos los días dependiendo de cómo estés actuando tú – respiró hondo -.  Si decides confiar en mí te espero hoy a las 20:00 en mi casa y te volveré a contar lo que te estaba intentando contar hace 10 minutos, que para tú información, era algo sobre el tema que te abarca solamente a ti.

Aeryn vio cómo se marchaba sin molestarse en mirarle a la cara, sin molestarse en ver aquella expresión dolida en el rostro de su amiga. Aunque siendo justos ella no tenía derecho a tener esa expresión escrita en su rostro y mucho menos a querer que su amigo, el cual sí tenía derecho a sentirse así, la viera para así sentirse mal con lo que había dicho, que resultaba ser nada más ni nada menos que la verdad.

Suspiró cansada. Volvía a dolerle la cabeza, volvía a sentirse insegura, confundida y por primera vez desde que empezó todo, por muy extraño que pueda parecer, tonta. No se sintió así ni siquiera al descubrir que básicamente toda su vida había sido un engaño, ni al descubrir que su propio mejor amigo le había ocultado algo desde que se conocían, no. Solo se había sentido tonta al saber que le había hecho daño a Harry, al ver su expresión seria, su mandíbula apretada, sus ojos entrecerrados. Le había hecho daño de la peor manera, de la misma que él tenía miedo y se acababa de dar cuenta. Cuando le contó la historia de su padre lo pudo notar, notó que odiaba la desconfianza entre seres queridos y ahora que ella se había vuelto uno de ellos, o eso le gustaba pensar al menos, le había atacado con lo mismo, con la desconfianza.

Ahí se dio cuenta que era estúpido pensar que Harry le ocultaba algo cuando el tesoro más preciado de Harry era la confianza.

Que tonta había sido.

Miró el reloj que la última vez miró Harry y vio que aún tenía tiempo de ir a casa antes de ir a casa de él. Recogió sus cosas, pagó todo y salió de ahí, avergonzada. Avergonzada de haber pensado algo así y sobretodo, aunque no lo quisiera admitir, avergonzada de que Thomas hubiera podido quitarle la importancia que sabía que tenía y se merecía Harry ahora mismo en su vida.

Llegó a casa y como era costumbre sus padres aún no habían vuelto. Aunque algo en su interior le decía que no iban a volver hasta pasada la medianoche como estaba pasando estos últimos días.

Subió a su habitación, dejó su condenada mochila a un lado de su escritorio y se cambió de ropa. Iba vestida con unos vaqueros rotos, una sudadera y unas viejas deportivas de tenis que usaba cuando estaba en el equipo de su viejo instituto. Razonó un poco y pensó que no podía ir así vestida a casa de Harry. Siempre que había ido había sido para recogerle para ir a alguna parte. Jamás había entrado y lo que ahora mismo le asustaba más, jamás había conocido a su familia y estaba segura de que hoy lo haría. Sabía, aunque no fuera por experiencia propia, que los padres normalmente llegaban a casa sobre esa hora.

Se ruborizó al pensar que conocería a la familia de Harry, pero se ruborizó aún más cuando pensó que Harry debía de haber tenido eso en cuanta cuando la invitó. Harry iba a presentarle a su familia y estaba claro que estaba planeado. O quizá no se la presentara, quizá no tendría que saludarles, quizá no estuvieran. Fuera lo que fuese, no pensaba ir con la ropa que usaba para ir al colegio.

Cogió unos pantalones negros básicos, unas botas grises claras que llegaban hasta la mitad de las pantorrillas y un jersey blanco de escote triangular. Normal. No iba formal, pero tampoco parecía que no le importaba cómo vestirse.

Miró la hora y vio que tenía más o menos 10 minutos para llegar a casa de Harry, tiempo suficiente para ir andando. Lo pensó un momento y cogió la foto que tenía de cuando ellos dos eran pequeños, cogió una chamarra de invierno, una bufanda del color de las botas y salió de su casa rumbo a casa de él.

Diez minutos después, más o menos, se encontraba en el umbral de la casa de los Styles. La verdad es que era realmente preciosa. Tenía dos columnas blancas al acabar las escaleras que había que subir para entrar. Una casa de piedra gris y ventanas cubiertas con madera negra. Precioso. Se quedó fuera de la casa, pensando en lo que le diría a Harry al entrar cuando una voz detrás de ella la sorprendió.

-Empezaba a creer que no vendrías – susurró suavemente.

Se giró lentamente, como si le diera miedo enfrentarse a él.

-Yo… lo siento – miró para abajo, evitando su mirada -. Soy una tonta.
-Dime algo que no sepa – bromeó, a lo que ella sonrió.
-Solo espero que me perdones y me comprendas, no están siendo unos días muy fáciles para mí y todo lo que me está pasando, junto a todo lo que estoy descubriendo me confunden cada día más. Sé que no es una escusa para herirte a ti cuando lo único que intentas es ayudarme, no es escusa para herir a nadie. También sé que deberías odiarme pero no sé por qué no lo haces ya.
-No puedo odiarte Aeryn – dijo bajo la mirada de ella -. Pero que sepas que eso es así no quiere decir que tengas inmunidad, aún puedo enfadarme contigo.
-Lo sé – se callaron -. Te he traído una cosa que espero que muestre mi arrepentimiento – Aeryn sacó la foto de uno de los bolsillos de su chamarra -. Es una de las pocas cosas que tengo que me muestran quién soy en realidad. Espero que lo aceptes y que entiendas su significado.
-¿Cuál es?
-Que ya no es solo un tema que me abarca a mí, es algo que nos abarca a ambos. Ahora tienes un trozo de lo que realmente soy. Supongo, como bien muestra la foto, que siempre has sido un trozo de lo que realmente soy.

Aeryn aguantaba con fuerza la situación aunque Harry podía ver la tristeza que mostraban sus ojos, la misma tristeza que teñían sus palabras. Se acercó más a ella y la abrazó.

-¿Cenarás conmigo?
-¿Me invitas?
-Creo que es lo que estoy haciendo – volvió a bromear.
-Entonces acepto – sonrió ella.

Entraron juntos por la puerta. Nada más lo hicieron Aeryn olió la cena que estaban preparando, olió genial, olía lo que una casa  a esas horas debería oler.

-¡Así que tú eres Aeryn! – exclamó una chica no mucho más mayor que ella. Se acercó más a ella y le dio un abrazo y un beso mientras sostenía los platos con una mano.
-Gemma, ¿verdad? – preguntó Aeryn. Nada más preguntarlo miró a Harry con los ojos abiertos como platos, los mismos que tenía él.
-Vaya, no sabía que mi hermanito hablara de mí – Sonrió y se fue a colocar los platos y seguir ayudando a su madre.
-Aeryn, yo jamás te he hablado de mi hermana, jamás te he dicho su nombre.
-Lo sé.

Ambos se miraron confundidos pero no pudieron preguntar nada más ya que la madre de Harry se acercaba para saludar.

-Encantada Aeryn, yo soy Anne, la madre de Harry – le dio dos besos y por un momento se quedó mirándola -. ¿Te he visto alguna vez?
-No… no lo sé.
-Me recordabas a… bueno, supongo que no importa. Espero que te guste el Fish and chips.
-Me encanta.
-Perfecto. ¡Todos a la mesa!

Antes de sentarse en la mesa miró a Harry, el cual aún estaba impresionado pero se reía, seguramente sabiendo lo que ella le iba a decir.

-¿Cómo es que tu familia me esperaba y que hay cinco platos en la mesa? Que yo sepa en tu familia sois cuatro.
-Y somos cuatro.
-¡Harry!
-Estaba 80% seguro de que vendrías. Y tenía la total esperanza de que lo hicieras.

Lo último le hizo sonreír a Aeryn y con esa sonrisa se sentó en la mesa, junto con Harry. Una vez sentados, Robin – nuevo marido de Anne – se presentó y todos empezaron a comer. Hablaban de temas diversos, normalmente preguntas hacia los más jóvenes. Una en particular hizo que Aeryn casi se atragantara.

-¿Desde cuándo salís juntos chicos? – preguntó Robin causando casi la muerte de Aeryn, el sonrojo de Harry y las risas de las otras dos mujeres -. ¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?
-Robin – empezó Harry – Aeryn y yo no estamos saliendo, somos amigos.
-¡Oh, disculpad entonces! Es solo que… bueno da igual, lo lamento chicos.

Las chicas seguían riendo, Robin les seguía preguntando qué les hacía tanta gracia. Mientras Harry posó una mano en la pierna de Aeryn y se la apretó haciendo que la chica instantáneamente lo mirara, que sería seguramente la razón por la que lo hacía, pero también hizo que sintiera una descarga recorrerle el cuerpo y se sonrojara aún más. Harry le sonreía, seguramente intentando quitarle importancia a lo que había dicho su padrastro pero había algo en sus ojos, algo en su manera de mirarla que no le resultaba conocido.

-¿Lista? – le preguntó él en un susurro a Aeryn.
-¿Lista para qué?
-Para lo que te he dicho a la tarde.
-¿Qué me has dicho Harry? Sabes que no te he hecho caso.
-Lo sé, lo cual hace esto aún más divertido – sonrió mientras Aeryn intentaba descifrar lo que iba a hacer Harry a continuación -. Mamá, ¿estas navidades volveremos a Lynn? – los ojos de Aeryn se dispararon al oír aquello y al descubrir, con total seguridad, lo que había planeado Harry.
-Sí Harry, ya sabes que siempre vamos en navidades, hay que saludar de vez en cuando al abuelo.
-Harry no. – susurró Aeryn, pero Harry hizo caso omiso.
-Me preguntaba si Aeryn podía venir con nosotros.
-¿Estáis totalmente seguros de que no sois pareja chico? – volvió a preguntar Robin, bromeando. La vergüenza de Aeryn era notoria en sus sonrojadísimas mejillas.
-¿Están tus padres de acuerdo con eso?
-Eh... bueno… yo… no tengo ni idea.
-Por mí no hay problema, un gusto recibirte con nosotros Aeryn.
-Muchísimas gracias Anne – Esta vez fue Aeryn la que le apretó el muslo a Harry, con fuerza, aunque solo causó que éste sonriera aún más.
-No hay de qué querida.

Al terminar de cenar, ambos se excusaron y fueron hacia la habitación de él. Aeryn esperó a que éste cerrara la puerta antes de gritarle, de una forma apagada, esa que se usa para mostrar alteración pero controlando el volumen de la voz.

-¿¡Qué se supone que estás haciendo!? ¿¡Estás tonto!? – Aeryn se acercó a él y le pegó, no con intención de herirle, en el pecho, empujándolo contra la pared.
-Estoy intentando ayudarte.
-¿¡Ayudarme!? ¿¡A mí!? – seguía pegándole mientras le hablaba -. ¿¡Cómo!? ¿¡Haciendo que parezca tonta!? ¿¡Una aprovechada!? ¿¡Sabes lo mal que lo he pasado ahí!?

Harry la agarró de las manos y le cambió la posición, haciendo que fuera ella la que estuviera contra la pared, sus manos justo encima de su cabeza, haciendo que su espalda se curvara y su pecho sobresaliera. La distancia que había entre ellos dos era nula, aún menor a la que había tenido aquella misma mañana con Thomas.

-Sí, ayudarte tonta. Piénsalo un momento antes de querer matarme – Apoyó su frente en la de ella haciendo que sus narices se rozaran y el corazón de Aeryn latiera con fuerza. Habló bajo cuando continuó -. Según tú no hay más pistas aquí, bien, entonces ¿en qué otra parte puede haberlas?
-En mi antigua casa – susurró.
-Exacto. De nada – Soltó las manos de Aeryn pero no se alejó siquiera un milímetro de ella, cosa que a ella tampoco le importaba.
-No me dejarán ir Harry – Bajó la mirada como si de golpe hubiera vuelto a la realidad. Harry alzó una de sus manos hacia su barbilla e hizo que lo mirara.
-Haz que lo hagan – dijo con fuerza.

Y bajo esa mirada cargada de fuerza Aeryn decidió que lo haría, haría que sus padres la dejaran ir.

Lo que ella no sabía era que iba a hacer más de lo que se creía posible de hacer, fuera aquí o en Lynn, descubrir cosas que jamás creía posibles. Aunque tampoco sabía que no estaban solos, que había alguien viéndolos en ese mismo momento.

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Queríais un capítulo con Harry, aquí lo tenéis.
Queríais un capítulo más largo, aquí lo tenéis.
Queríais que Aeryn se centrara un poco, aquí lo tenéis.

Jajajajaja sé que no es gran cosa, pero prometo que ahora es cuando empieza lo bueno, cuando empiezan a investigar. Tengo escrito un capítulo que ansio con todas mis ganas subir ya, y se que vosotras también lo estaréis ansiando ¿verdad?

Preguntas:

-¿Qué ansiáis tanto vosotras como yo que pase?
-¿Qué es lo que más os ha gustado de este capítulo? (Si es que os ha gustado)
-¿Cómo es que Aeryn sabía el nombre de Gemma? ¿Qué le está pasando?
-¿Qué pensáis ahora mismo de Harry?
-¿Dejaran ir a Aeryn a Lynn? y si la dejan... ¿qué descubrirá?
Y de las más importantes
-¿CÓMO QUE NO ESTABAN SOLOS? ¿QUIÉN COJONES Y POR QUÉ LES ESTABA VIENDO?

Bien babies, mañana vuelvo al cole -llantos- pero juro que intentaré subir pronto si seguís comentando así de rápido y alegrándome los días con vuestros comentarios. Enserio, no sabéis todo lo que supone para mí leer lo que escribís, así que gracias.

No olvidéis escribir vuestros Twitters y por favor si no he avisado a alguien, lo siento, y dímelo para que así te avise para la próxima.

sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo once



¿Ángel o demonio? 

La preguntaba rondaba su cabeza sin descanso mientras maldecía ser tan altamente manipulable. Solo con una pequeña conversación Thomas había vuelto a alterar todo lo que parecía real en aquel momento y volvía a dejarla con nada. Nada. Otra vez. No podía creérselo.

Paseaba los pasillos de aquel ruidoso lugar mientras, como siempre le habían dicho, divagaba perdida por su mundo. Un mundo que ahora mismo era el caos.

-Me gustó lo que escribiste ayer – Harry, estaba claro.
-A mí lo que me respondiste – dijo mientras se ruborizaba un poco. Había decidido actuar como si nada, ya que aún no sabía si debía creerse las palabras de Thomas.
-Me alegro. No sabía si escribirlo o no. Al final me llené de valor y lo hice.
-De valor dice, ¿acaso te daba miedo escribirme algo así? Te voy a decir un secreto – se acercó a él para poder susurrárselo y que nadie más pudiera oírla -. Hace tiempo que todo el mundo sabe que somos amigos, si te arrepientes, es tarde.

Harry la despeinó mientras ella se reía.

-Eres idiota, no sé ni por qué lo intento.
-¿Intentar el qué?
-Es un secreto, pero es que aún no lo sabe nadie. Shh.

Y más dudas entraron en la cabeza de Aeryn mientras que Harry desaparecía por un pasillo, rumbo a su siguiente clase.

Se quedó ahí, parada de pronto pensando en lo que querría decir con eso. Le empezaba a doler la cabeza, llevaba demasiado tiempo dándole vueltas en la cabeza a todo lo que pasaba y se decía a su alrededor. Demasiado tiempo que no conseguía relajarse, tumbarse y sentir que, aunque el mundo siempre pesa encima de todos, no era más que una pluma que guiaba el viento.

Al fondo del pasillo logró ver aquel tan bien conocido pelo avellanado de su amigo Thomas. De algún modo que ella no lograba entender, visto que había perdido todo tipo de control en cuanto a su cuerpo y acciones se refería, empezó a correr en su dirección.

-¡Thomas!

El chico se dio la vuelta con expresión sorprendida al reconocer la voz que lo llamaba.

-Creo que he visto a Harry yendo por ahí – señaló el pasillo contrario -. De nada.
-No seas imbécil. No vengo a preguntarte dónde está Harry.
-Pero si vienes a preguntarme por él, ¿verdad?

Thomas había cambiado, al menos su actitud hacia ella. Donde antes no había más que un tono jovial que Aeryn siempre había relacionado con su buen amigo Thomas, ahora descansaba una voz cansada, burlesca, teñida con un leve manto de traición, dolor.

-Quiero saber lo que tú sabes.
-Yo quiero saber cómo ser millonario, pero bueno.

Sonó el timbre que anunciaba que los profesores ya habían cerrado las puertas de las clases y que solo algunos te dejarían entrar, siempre y cuando pudieras exculparte. Thomas seguía mirándola, esperando de alguna manera que fuera ella la que se marchara y volviera a dejarlo en paz, esperando que lo hiciera ella para que de alguna manera pensara, nuevamente, que era ella misma la que se metía en los problemas y ella misma la que intentaba obviarlos una vez dentro, la que huía esperando que se solucionaran solos o que alguien se los solucionara.

Estaba harta. No volvería a ser así. Cogió a Thomas de la mano y lo empujó hasta los baños más cercanos, el de las chicas, sabiendo que por ahí nunca pasa el encargado de cuidar los pasillos, siempre alerta por si alguno se pasaba de listo y decidía quedarse fuera de su clase correspondiente. Lo metió dentro de uno de los vestidores privados, por si  a alguna chica se le ocurría pedir permiso para ir a los lavabos un momento.

-Vaya Aeryn, jamás pensé que querías nada así conmigo – bromeó con malicia.
-Oh por favor, cállate.
-¿Enserio quieres que me calle? Porque conozco mejores formas de hacerlo.
-Resérvalo para tus ligues.
-Lo suponía.

Dejó los materiales que había cogido para su clase en la pequeña silla que se encontraba a la derecha del pequeño vestidor, lo cual también hizo ella.

-Veamos – empezó Thomas, como si estuviera analizando la situación, antes de que ella pudiera preguntarle nada  -. No me hablas, decides que es mejor directamente pasar de mí, por alguna razón que desconozco, y te vas con el guapísimo Harry Styles, el cual de pronto ha decidido que podría merecer la pena ser tu amiga. No te habías si quiera planteado la posibilidad de que, al igual que me echaste por un miedo que desconoces, él se haya metido por lo mismo.
>> Estás confusa, porque aunque te jode, te conozco. No sabes en quién puedes confiar, porque algo en tu interior te dice que lo que te dije de Harry, por muy retorcido que sea y por mucho daño que pudiera hacerte, tiene su lógica. “¿Cómo es que el chico que se burlaba de mí hace menos de un mes y algo ahora de pronto haya aparecido, como un rayo de luz después de días en la oscuridad, dispuesto a ayudarme?” – ironizó, poniendo una voz algo más aguda -. Nada más y nada menos que cuando todo empieza a desmoronarse. ¿Interesante eh?
-¿Qué sabes tú de todo esto? ¿Cómo es que sabes, o pareces saber, más de lo que deberías? Porque ahora pareces estar enfadado conmigo hasta el punto de llegar a odiarme incluso porque te he alejado de algo que según parece te resulta jodidamente interesante, pero por mucho que lo intentas te sigues preocupando por mí, porque aunque no sepa exactamente cuál es tu papel en todo esto, te conozco. Te preocupas por mí, porque aunque te jode, te conozco.

Thomas, el cual estaba pegado a la pared contraria al de la puerta se movió, cambiándole el sitio a Aeryn, que ahora se encontraba pegada a la misma pared en la que estaba él. Al cambiarse, Thomas había colocado su mano en la cintura de ella y aún no la había retirado, de hecho, se había acercado más de lo que antes estaban en aquel diminuto vestidor. Para la sorpresa de él, Aeryn tampoco había intentado moverse y para la sorpresa de ella, había descubierto que no quería moverse.

-Mírate, no sabes nada – las palabras sonaban feroces, hirientes, rápidas. Aun así, su mirada se conectaba con la de ella reflejando algún tipo de temor, de preocupación.
-Haz que eso cambie – dijo ella, con el mismo tono de voz.
-Ojala pudiera.
-Puedes.
-No Aeryn, aunque no me vayas a creer – su voz ahora sonaba mucho más suave, como si algo en su interior hubiera cambiado y volviera a ser el mismo Thomas de siempre,  y reflejaba un tono dolido, uno que ella le había causado – yo solo estoy intentando protegerte, siempre he estado intentando protegerte.
-¿¡Protegerme de qué Thomas!? ¿¡De qué!?

Aeryn, aun estando cansada, agrupó toda la fuerza que le quedaba, la cual se había agotado en todos estos días, y pegó a Thomas en el pecho. Sabía que era inútil y que no le iba a hacer daño, aunque ella tampoco quería hacérselo, simplemente quería desahogarse, desahogarse con su amigo, con Thomas. Quería con tanta fuerza que todo volviera a ser como antes, que todo siguiera siendo tan fácil.
Una lágrima bajó por su mejilla y se quedó descansando en el borde de sus labios. Thomas se acercó y le limpió la lágrima con un beso.

-Protegerte de ti misma.


Aeryn lo vio marchar mientras que su leve susurro se hacía hueco en su pequeña y mareada cabeza junto con la pequeña sensación de vértigo que le había atravesado todo el cuerpo cuando los carnosos labios de él se habían posado básicamente encima de los de ella.


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Bueno me he motivado, así que aquí os dejo otro capítulo :) 
Sinceramente, aunque este capítulo puede que no esté muy bien escrito, a mí me mata. Espero que le deis la agresividad y la tristeza que tanto quiero reflejar a los diálogos, en serio, porque si lo hacéis... pfff... a mí al hacerlo me late el corazón más fuerte, os lo juro.

Viendo que si pongo preguntas, la mayoría las contestáis, voy a hacerlas:

-¿Qué os ha parecido?
-¿Qué pensáis de Harry? ¿De Aeryn? ¿De Thomas?
-No, enserio, ¿quién es Thomas? 
-¿Qué os ha parecido la conversación que han tenido Thomas y Aeryn entre ellos?
-¿Protegerla? ¿Quiere protegerla? ¿De sí misma? ¿Qué creéis que quiere decir eso?
-¿Y ESE BESO? ¿QUÉ HA SIGNIFICADO ESE BESO TAN APARENTEMENTE INOCENTE?


¡RECORDAD!

Aunque se me olvide a veces, si comentáis por aquí (lo cual lo prefiero) no os olvidéis de poner al final de vuestro comentario vuestro Twitter.

GRACIAS.